¿Hora de “acupuntura” en las negociaciones comerciales?

Predomina la concentración en pocos puntos concretos, sensibles y relevantes. En tres frentes de las negociaciones comerciales relevantes para la Argentina, se han observado en las primeras semanas de este año signos de movimientos centrados en algunas cuestiones puntuales pero de alta sensibilidad, tanto comercial como política. Tal es el caso de la Rueda Doha, de las relaciones con los Estados Unidos y del Mercosur. Seguir tales movimientos de cerca es importante para empresas que operan en el país. Ellas pueden, tarde o temprano, sentir desplazamientos de ventajas competitivas que eventualmente se produzcan en el plano de la competencia económica global, en particular, como resultado de compromisos que se asuman, entre otros, en los tres antes mencionados frentes negociadores, detalla Félix Peña en un trabajo publicado en el sitio felixpena.com.ar, cuyos principales tramos se reproducen a continuación.


El primero de esos frentes es el de la Rueda Doha en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Es importante porque además condiciona los progresos que puedan alcanzarse en otras negociaciones comerciales en las que participa la Argentina, especialmente las del Mercosur con la Unión Europea -.

Tras el encuentro informal a nivel ministerial que tuviera a fines de enero en Davos – en ocasión de la reunión anual del World Economic Forum -, en la que participaron unos treinta países miembros con fuerte capacidad de influenciar sobre los resultados de la Rueda Doha, se constató que estaban dadas las condiciones necesarias para retomar las negociaciones multilaterales.

Pascal Lamy, el Director General de la OMC, informó en detalle sobre la situación post-Davos, en una reunión informal del Comité de Negociaciones Comerciales, realizada en Ginebra el 31 de enero. Luego afirmó, en la reunión del Consejo General de la OMC realizada el 7 de febrero, que “hemos reanudado plenamente las negociaciones en todas las esferas”, constatando que “las condiciones políticas son ahora más favorables para la conclusión de la Ronda de lo que han sido en mucho tiempo”.

Con respecto a la posición argentina en relación a las informaciones sobre eventuales acuerdos en la Rueda Doha tras la reunión informal de Davos, ver la entrevista que le efectuara al Embajador Alfredo Chiaradia el diario Valor Econômico, de Sâo Paulo, el 2 de febrero. Entre otros conceptos, el negociador argentino señala que “por lo que me están dando en agricultura no tengo el menor interés en abrir lo que me piden”. Recuerda, por lo demás, que cualquier reducción de la tarifa externa común del Mercosur, debe ser acordada por todos los países miembros. Sobre la posición del Brasil, ver las declaraciones del Canciller Amorim, al mismo diario el 31 de enero, en las que con respecto a los trascendidos de que el Brasil – y el Mercosur – deberían reducir sus aranceles de productos industriales, de una media del 29.8% - consolidado – a algo entre 11 y 12.8%, señala que el gobierno ha comenzado a discutir – incluso con la FIESP - mecanismos de ayuda para sectores productivos brasileños que pudieran ser más vulnerables, mencionándose entre otros los de las industrias electrónica; automotriz, metalúrgica, textiles y vestimentas).

Las reacciones han sido en general cautelosas. Las incertidumbres no se han despejado completamente (sobre ellas, ver este Newsletter, del mes de enero 2007). Se tiene claro que habría una aparente voluntad política de concluir este año con las negociaciones. Pero también se tiene presente, que es mucho lo que falta aún para terminar de articular puntos de equilibrio entre intereses muy dispares. El ya mencionado documento del 1º de febrero, permite tener la apreciación del Director General sobre el estado de las negociaciones al momento actual y sobre todo lo que falta aún avanzar sin considerar, además, el trabajo técnico que requeriría luego traducir lo que se acuerde en textos concretos. La conocida frase de que “el diablo está en los detalles”, ha sido muy repetida en estos días por negociadores y analistas.

Por el momento, parece razonable esperar, en el mejor de los casos, una conclusión de la Rueda Doha – sea este año o a principios del próximo – cuyos resultados estarían relativamente lejos del nivel de ambición originalmente previsto. Esa podría ser la esencia de lo conversado en Davos.

Se tiene la impresión de que mucho de lo que concederá es lo que en la jerga negociadora se denomina “agua”. Esto es, por ejemplo, en ayuda interna a la agricultura, en acceso a mercados agrícolas y en acceso a mercados para productos no-agrícolas, que las concesiones principales estarían centradas en la distancia existente entre lo ya consolidado (en acceso a mercados) o lo autorizado (en ayuda interna) y lo efectivamente aplicado u otorgado por los principales protagonistas del comercio mundial. Con ironía, algunos se inclinan a imaginar un resultado final que permitiría rebautizar a la de Doha, en lugar de la Rueda del Desarrollo, como “el gran Pantanal”, por la cantidad de “agua” que la caracterizaría. Sería un escenario poco estimulante para quienes tienen aún expectativas de un resultado más significativo. Pero quizás sea un escenario realista y favorable a preservar el sistema comercial multilateral global, como plataforma para lograr luego metas más ambiciosas, quizás tras una reformulación de las metodologías de negociaciones comerciales en la OMC.

También se tiene la impresión, que buena parte del esfuerzo negociador de las próximas semanas estará concentrado en las flexibilizaciones a los compromisos generales que se asuman.

De ahí la sensación de que las negociaciones han entrado en una delicada etapa de tratamientos casuísticos – casi de “acupuntura” comercial – que es donde se tendrá que analizar luego la “letra fina” de los acuerdos finales. Sólo entonces podrá apreciar cada país – y sus empresas y productores - cuánto gana y cuánto pierde o deja de ganar, al concluir las actuales negociaciones.

Lo cierto es que además de las cuestiones propias de la agenda negociadora, los factores contextuales condicionarán mucho ésta que, eventualmente podría ser la etapa final de la negociación – es difícil hacer aún un pronóstico firme al respecto -. Además del contexto político resultante de la evolución de los agudos conflictos en Irak, Irán y el Medio Oriente, por lo menos dos factores seguirán teniendo una incidencia principal sobre la suerte de la Rueda Doha.

El primero es el del tratamiento en el Congreso americano de la prórroga al “TradePromotion Authority” (TPA), que ya ha sido solicitado por el Presidente Bush (ver la información en www.ustr.gov., así como la presentación de Susan C.Schwab, la Representante Comercial de los Estados Unidos, del 31 de enero y, en particular, la más detallada titulada “The case for Trade Promotion Authority Renewal”, del 12 de febrero) y la de la nueva “Farm Hill”, cuya renovación también ya ha sido planteada al Congreso, teniendo en cuenta que la actual vence el próximo mes de septiembre (una de las cuestiones que habrá que seguir de cerca en el tratamiento de la nueva ley agrícola, es la de los subsidios para producir combustibles alternativos, como el etanol; tiene que ver con el tema que se mencionará más delante de un eventual acuerdo bilateral entre el Brasil y los Estados Unidos sobre la producción de etanol.

Cabe tener en cuenta que estas legislaciones serán tratadas en el Congreso, teniendo como telón de fondo el proceso de las elecciones presidenciales de 2008, que ya se ha iniciado y que todo indica será muy complicado. El voto agrícola en las elecciones presidenciales, estará presente en el tratamiento de ambas leyes por el Congreso americano. Como también se prevé, que en particular legisladores demócratas aprovecharán la oportunidad para plantear debates de fondo sobre las políticas agrícolas y comerciales externas de los Estados Unidos.

El segundo factor a tener en cuenta es el de las también complicadas elecciones presidenciales de Francia, en abril próximo. Por la importancia de la cuestión agrícola en el electorado francés, es previsible que ellas condicionen los márgenes de maniobra reales que el negociador de la Unión Europea, Peter Mandelson, tendrá para flexibilizar las posiciones de Bruselas en la Rueda Doha.

Estos dos factores contextuales, sumados a las dificultades propias – incluso las técnicas – de articular consensos en las cuestiones dominantes de la agenda de las negociaciones comerciales multilaterales, es previsible que sólo hacia principios de mayo sea factible tener mayor certeza sobre las posibilidades de concluir la Rueda Doha hacia fin de este año o principios del próximo.

Así como el contenido de lo que se acuerde probablemente esté muy concentrado en el “agua” existente en las respectivas políticas comerciales externas (aranceles y subsidios), también puede esperarse en las próximas semanas mucho de “humo” y juegos de espejos – propios de toda negociación, especialmente cuando se aproxima la hora de la verdad – y sobre todo, mucho de “blame game”, en el que los principales protagonistas intenten transferir a los otros, las responsabilidades de un eventual fracaso. Ello tornará más difícil la decodificación de lo que realmente estará ocurriendo en la mesa de negociaciones y, en particular, en los gobiernos y en sus sectores empresarios.

Siempre en el ámbito de la OMC, los días 12 y 14 de febrero, tuvieron lugar las reuniones de revisión de la política comercial de la Argentina. La próxima revisión importante de políticas comerciales, será la que se efectuará los días 26 y 28 de febrero en el caso de las Comunidades Europeas – que es la denominación de la Unión Europea en la OMC.


La gira de Bush por Latinoamérica

El segundo frente relevante de negociaciones comerciales, en el cual comienzan también a observarse movimientos que estarán fuertemente concentrados en países y cuestiones puntuales, es el de las relaciones comerciales de los Estados Unidos con los países del Hemisferio.

Además del tratamiento en el Congreso americano de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con Colombia y Perú, en las próximas semanas la atención estará puesta en los contenidos – comerciales además de los políticos – del viaje que el Presidente Bush realizará entre el 8 y 14 mes de marzo a varios países latinoamericanos. En particular interesa resaltar, por sus posibles impactos en las relaciones entre los socios del Mercosur, sus visitas al Brasil y al Uruguay. A su vez, el Presidente Lula estará en Washington el 31 de marzo. La relación de Washington con Venezuela – otro país miembro del Mercosur – estará como telón de fondo de esta gira presidencial.

En el caso del Brasil, una cuestión dominante en las dos próximas entrevistas presidenciales, es la de un posible acuerdo comercial – no necesariamente de preferencias arancelarias – referido al etanol. No hay aún indicaciones claras sobre cuál podría ser su contenido, formato y alcances. Pero en el contexto del proceso preparatorio de esta visita, cabe destacar las declaraciones del Canciller Amorim, en el sentido de que lo que se necesita es un acuerdo entre el Mercosur y los Estados Unidos, aunque no lo ve como posible en el corto plazo (entrevista en el diario O Estado de Sâo Paulo, del 11 de febrero). No hubo luego más precisiones al respecto.

En el caso del Uruguay, la visita del Presidente Bush ha reabierto el debate interno sobre un eventual Tratado de Libre Comercio. Un precedente importante es el hecho que el pasado 25 de enero se firmó en Montevideo el acuerdo marco sobre comercio e inversiones (TIFA) que, como se ha señalado en otra oportunidad (desde el newsletter producido por la web felixpeña.com.ar), tiene un contenido y alcance muy similar al denominado “4+1” o “Rose Garden Agreement”, firmado por los cuatro socios del Mercosur con los Estados Unidos en junio de 1991 (ver el texto del acuerdo firmado por el Uruguay, en www.presidencia.gub.uy/_web/noticias/2007/01/2007012502.htm).

En ambos casos, se trata de acuerdos que por su naturaleza no requieren de aprobación parlamentaria. Concretamente no pasaron ni deben pasar por los respectivos Congresos (para una lista completa de los TIFA firmados por los Estados Unidos, ver www.ustr.gov; un dato curioso es que en ese listado no figura el firmado con los países del Mercosur en 1991. La última reunión entre el Mercosur y los Estados Unidos, se realizó en 2002 en Buenos Aires (ver el acta en www.ustr.gov). A su vez, es interesante resaltar que la más reciente reunión del Consejo de un TIFA, tuvo lugar el 14 de febrero de 2007 en Washington y fue la correspondiente precisamente al TIFA entre los Estados Unidos y el Mercado Común del Este y del Sur de África – COMESA -, que es el grupo de integración más amplio de esa región, con 20 países miembros: ver www.ustr.gov y sobre COMESA, ver www.comesa.int).


El frente del Mercosur

Y el tercer frente relevante de negociaciones es el del Mercosur. También aquí se observa que las acciones están fuertemente concentradas en dos cuestiones puntuales, pero de impacto político y comercial. Ambas serán probablemente las que dominarán la agenda del Mercosur durante este primer semestre del año, en el cual ejerce la presidencia pro-tempore el Paraguay.

La primera se refiere al tratamiento de las asimetrías que afectan, en particular al Paraguay y al Uruguay. El grupo ad-hoc, a nivel de Vice-Ministros, creado en la reciente reunión del Consejo del Mercosur en Río de Janeiro, se reunió los días 7 y 8 de febrero. Le corresponde preparar la reunión extraordinaria del Consejo que deberá tomar decisiones sobre el tema y que se realizará en el mes de abril. El grupo ad-hoc trabaja dentro de los parámetros fijados en las Decisiones CMC 34/06 y 06/07. Paraguay y Uruguay han avanzado sus propuestas.

La segunda se refiere al proceso de incorporación plena de Venezuela al Mercosur – aún falta la aprobación del Protocolo de Adhesión por los Congresos del Brasil y de Paraguay – y al de la incorporación de los instrumentos jurídicos del Mercosur al ordenamiento jurídico interno venezolano (Venezuela ya depositó su ratificación del Protocolo de Ushuaia sobre el “compromiso democrático”, que prevé la suspensión de la condición de miembro de un país en el que se compruebe toda ruptura del orden democrático), así como, en especial, el de la adaptación de los instrumentos de su política comercial externa, tanto al programa de liberación arancelaria como al arancel externo del Mercosur.

Al respecto, cabe destacar que el semanario Búsqueda, de Montevideo, en su edición del 15 de febrero de 2007, refleja la preocupación de fuentes oficiales del Uruguay, sobre las dificultades para cumplir los plazos establecidos para definir el cronograma de adaptación de Venezuela al arancel externo común y al programa de liberación comercial. Concretamente se trata de precisar qué productos y en qué plazos se efectuará la adaptación a esos dos instrumentos claves del Mercosur, dentro de los plazos máximos establecidos por el Protocolo de Adhesión (siete años para el AEC y cuatro para la libre circulación de bienes). Todo indica que es una preocupación que se extiende también a los otros socios fundacionales del Mercosur.


Texto completo de la nota en: www.felixpena.com.ar



(*) Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación BankBoston y del Núcleo Interdisciplinario de Estudios Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).
Félix Peña