Integración regional. Un bien público para nuestras naciones.

Para que un proceso de negociaciones comerciales o de integración en cualquier ámbito pueda tener legitimidad ante las sociedades debe existir algún tipo de mecanismo de consulta y participación. El gran desafío en la integración de los países de América Latina y el Caribe, es avanzar en el proceso de consolidación institucional, con la reactivación de las cadenas productivas y la articulación de esos sectores a nivel de toda la región. Lo señaló el director del Instituto de América Latina y el Caribe (BID), Juan José Taccone en el marco del VII Encuentro de Fundaciones del Mercosur celebrado hace pocos días en Buenos Aires. Un proceso que se consolide de abajo hacia arriba, desde los trabajadores y empresarios a los demás componentes de la sociedad civil, hará más viables las negociaciones de integración y comercio. No sólo entre nuestros países sino también con otros bloques, tanto a nivel del ALCA como con la Unión Europea y el continente asiático. La Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional de América del Sur fue otro de los temas abordados por el director de INTAL en el encuentro de FEDEFA. Al concluir, Taccone invitó a pensar en fórmulas cooperativas de financiamiento a la infraestructura, teñidas de una profunda convicción: la integración subregional es ante todo, un bien público para nuestros países.


La consolidación de los procesos de integración ya no puede ser viable utilizando sólo las estructuras burocráticas formales de los gobiernos, que fue la práctica común de las negociaciones de los últimos cincuenta años; hoy necesita de espacios de interacción y consulta con la sociedad civil. Pero no a través de canales informales con el sector privado más poderoso como en el pasado, sino también con los sectores laborales, con los sectores sociales y otros grupos representativos de la sociedad civil. Porque lo que ha ocurrido con la integración, es que dejó de ser tratarse de un mero proceso de negociaciones comerciales, a pesar de que son cruciales como parte de los temas que tienen que ver con la integración; existen muchos otros temas sobre la mesa, algunos relacionados con el área comercial, y otros con diversos mecanismos de integración entre vecinos, que tienen que ver con la vecindad geográfica y con la movilidad de los factores productivos, especialmente los recursos humanos especializados y no especializados.

Hoy, para que un proceso de negociaciones comerciales o de integración en cualquier ámbito pueda tener legitimidad ante las sociedades debe existir algún tipo de mecanismo de consulta, participación y/o discusión. Esto lleva a algunas consideraciones: en primer término, ninguno de los países de América Latina y del Caribe, que son con los que trabajamos en el Banco Interamericano de Desarrollo (el Instituto INTAL es el ámbito de investigaciones y proyectos del BID), tiene hoy instituciones totalmente consolidadas. Hablo de las instituciones básicas que hacen al funcionamiento de una sociedad. Son países que tienen procesos democráticos de nacimiento reciente, en relación a otros bloques como la Unión Europea (UE).

Implica que estos gobiernos que están en proceso de consolidación institucional en la región, también necesitan tiempo para construir las bases que permitan salir de algunos de los males más importantes que padecen estas sociedades, en especial la pobreza y el desempleo. Esto está relacionado con un tema que tiene que ver con la posibilidad de articular a los sectores productivos a nivel regional, que es un desafío importante que tiene en este momento el proceso de integración de América Latina y el Caribe. Esto va a hacer que el proceso de consolidación institucional vaya construyéndose no necesariamente siempre de arriba hacia abajo, sino a la inversa. Desde los sectores productivos –desde los trabajadores a los empresarios- y otros componentes de la sociedad civil. Este es un elemento esencial para el proceso de consolidación institucional, que va a lograr hacer más viables las negociaciones de integración y comercio, no sólo entre nuestros países sino también con otros bloques, tanto a nivel del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) como con la Unión Europea y el continente asiático.

Infraestructura como factor de integración

El segundo elemento tiene que ver con la competitividad interna y la que se da entre nuestros países; es el tema de la infraestructura. Hoy hay un escenario muy interesante en Sudamérica, enmarcado en la iniciativa IRSA (Integración de la Infraestructura Regional de América del Sur). Esta iniciativa actúa básicamente en los tres sectores claves, que son telecomunicaciones, transportes y energía. Por primera vez en su historia Sudamérica cuenta con una cartera de proyectos pensada en términos regionales, no exclusivamente en base a las ideas que surgen de las administraciones nacionales por razones estrictamente nacionales. Se han definido agrupaciones de proyectos multisectoriales, que engloban estos tres sectores y que están concebidas con un sentido regional. Es un tema clave, porque todo lo que negociemos, con cualquier partner, de poco sirve si no tenemos conectividad a nivel de estructura física que haga bajar los costos de producción y transacción de nuestra producción en la región de América Latina.
Planificar sólo en base a ventajas comparativas en el costo de las materias primas, es condenar a estas sociedades a tener poca evolución en el sector industrial, que es el que realmente genera empleo.

Desde el punto de vista de los gobiernos, la responsabilidad en esto de la cooperación regional se produce a través de centrarse en aquellos temas en los que es posible actuar con visión regional. Actuar en temas puntuales como el de la infraestructura, avanzar en algunos aspectos de la consolidación de las instituciones a nivel regional, son elementos básicos. Hoy existen proyectos de infraestructura que se están impulsando en la región sudamericana, que tienen su fundamento en el interés de los productores por mejorar sus costos. Son los mismos productores los que están forzando a los gobiernos, ya no a buscar fórmulas demasiado sofisticadas de financiamiento a los mercados de capitales, sino a pensar en fórmulas cooperativas de financiamiento a la infraestructura, donde esos productores, que son los principales beneficiarios de esa ruta que se va a construir, junto con las poblaciones locales que van a tener conectividad con centros de consumo y producción para comercializar sus productos, sean partícipes del propio financiamiento, construcción u operación de la infraestructura. Tenemos una convicción. La integración subregional es ante todo, un bien público para nuestros países.

Graciela Baquero