La política externa de Lula como palanca para el desarrollo

Lula aceptó la invitación para acudir a la Cumbre del COP 27 de noviembre, con todo su compromiso por la preservación de la Amazonia. Un acto simbólico. Brasil vuelve a la esfera internacional. También estará en la reunión de CELAC que se realizará en diciembre en Buenos Aires. Sus prioridades externas pasarán por la integración regional, con la normalización de las relaciones con Mercosur, la reactivación de UNASUR, la cooperación Sur Sur y el grupo BRICS. Europa aparece como aliado incipiente. Todas políticas en dirección al desarrollo de un Brasil devastado.


En una elección reñida, y con amenazas golpistas por parte de Jair Bolsonaro, Lula da Silva ganó en la puja por la presidencia de la Nación, la que asumirá el próximo 1 de enero. Después de varios días de negarse a reconocer el triunfo de Lula da Silva, que ganó con el 50,90% frente al 49,10% de Jair Bolsonaro, y con inquietantes movilizaciones a cuarteles militares, cortes de ruta, en una operación que no obtuvo el apoyo de las FFAA, el actual presidente finalmente cedió. Ya comenzaron a trabajar los ministros salientes con el equipo de transición de la alianza Coalición de la Esperanza. El equipo es coordinado por el vicepresidente electo Alckmin, concretando una alianza en la que el PSDB de Henrique Cardoso cumplió un papel fundamental.

Con el lema aglutinador de defender la democracia, la coalición reunió a antiguos oponentes, que incluso trabajaron en el golpe institucional contra Dilma Rousseff.

Los compromisos son importantes. Se enfrenta a una situación social a resolver en forma urgente. Cuidando la relación con las corporaciones, la industria aliada, un Parlamento hostil, Lula da Silva usará todas sus armas como el negociador sindical que fue, para sacar a Brasil adelante, después de las políticas destructivas del ultraderechista Bolsonaro, que con sus violentas manifestaciones antisistema, perdió el apoyo hasta de la derecha tradicional.

El ex capitán fue la apuesta para lograr el proyecto de tercera fuerza que desplazara al PT del escenario político, pero no contaban con sus características personales, ni con su gran aliado, la iglesia evangelista pentecostal, con cuya visión, se percibió a sí mismo como un dirigente místico.

En esta idea de autosuficiencia, es que Bolsonaro logró aislar a Brasil en el ámbito regional e internacional.

Lula da Silva en cambio, le dará un papel preponderante al ámbito externo y la integración regional en aras de recuperar protagonismo en la región, y usar las alianzas internacionales como palanca para el desarrollo.

Un tema nodal será la retomar la relación con los socios del Mercosur, con el vínculo bilateral con Argentina, con la que Bolsonaro prácticamente rompió relaciones.

Los distintos proyectos que se encararán a futuro, recoloca a la relación en el núcleo duro del bloque regional.

Asimismo, reingresará a la CELAC, de la cual Bolsonaro retiró a Brasil en 2020. Un organismo de las características de UNASUR o similar, que podría tener sede en Brasilia, completaría una alianza política en la región. Al mismo tiempo, Lula está retomando su relación con Europa, que desarrolló en su presidencia, cuando Brasil pasaba por uno de sus momentos económicos más florecientes y el país fue declarado “socio estratégico”de la UE.

En este sentido, además de haber hecho un viaje a Europa en el período pre campaña electoral, que renovó su liderazgo, resolvió asumir uno de los ejes de sus propuestas de apostar por el multilateralismo.

Visto como un líder con enorme capacidad para las relaciones internacionales y como un Presidente que ya ha superado el reto de reducir la deforestación en

Amazonía, Lula fue invitado por el Presidente de Egipto, Abdel Fatah al-Sissi, a participar personalmente en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP27, ocasionando un gran enojo de Bolsonaro, a quien no se le cursó invitación como presidente.

En el mismo sentido, cabe mencionar que obtuvo como señal de confianza en su compromiso, la liberación de los fondos del Fondo Amazonia, congelado desde hace 4 años por la administración Bolsonaro. Las transferencias de Alemania y Noruega, fueron suspendidas después de que el gobierno de Bolsonaro extinguiera unilateralmente dos comités que se encargaban de gestionar el fondo, rompiendo el acuerdo entre los países que definía las reglas del proyecto.

El Fondo Amazonía fue negociado durante el gobierno de Lula, como lo fueron las metas de la Política Nacional de Cambio Climático.

La semana pasada, el Foro Brasileño de ONG y Movimientos Sociales por el Medio Ambiente y el Desarrollo (FBOMS) envió una carta a Lula pidiendo que Brasil vuelva a estar en el centro de las negociaciones climáticas globales y que el futuro presidente señale el voto de Brasil para ser la sede de la cumbre climática en 2025.

“Tanto por la historia de la política exterior del gobierno de Lula, bajo la dirección de Celso Amorim, como por la personalidad, característica y forma de hacer política de Lula, es probable que Brasil sea elevado al protagonismo de la política internacional. Volverá a ser un agente decisivo de los BRICS, como lo ha sido desde su creación y, sin duda alguna, asumirá el liderazgo de la integración sudamericana que es su destino”, asegura el investigador Diego Pautasso, en una entrevista de Brasil de Fato. Además opina que Brasil pondrá gran atención en África, que crece como mercado, existen culturas comunes y están presentes las inversiones chinas, su principal socio comercial.

Brasil debe recuperar una política exterior orgullosa y activa, como mencionó en distintos ámbitos el ex ministro Celso Amorim, principal asesor del equipo del PT en el área, concluyó.

Graciela Baquero