La estructura exportadora argentina resistiría la crisis internacional

En Estados Unidos, los optimistas hablan de "grocession" (“growth”/ “recession”), una nueva fase económica sin precedente que involucraría un período de varios años de crecimiento del PBI real entre 0 y 2%. A diferencia de crisis anteriores, los países desarrollados parecen encaminados a sufrir más que el resto del mundo. Las economías emergentes -impulsadas por la continuidad del crecimiento a ritmo acelerado de India, China y Rusia- soportarían alguna reducción en las tasas de crecimiento. México será el país de Latinoamérica que más sufrirá, dada su fuerte dependencia de las exportaciones a EEUU (80% de su comercio). En tanto, Argentina sorteará la crisis mundial con alguna contracción en el crecimiento derivada de la menor demanda externa. Sin embargo, su estructura exportadora, con una dinámica de ventas externas que superó el umbral del 15%, resistirá la crisis internacional. De esta manera, en 2007, se registraron exportaciones por U$S 55.933 millones con un incremento interanual del 20%. Este comportamiento se explica, por una parte, por la etapa de crecimiento sostenido que atraviesan las economías de los principales socios comerciales de Argentina, traccionando la demanda de bienes nacionales. Por otra parte, la moneda argentina evidencia una depreciación respecto de sus socios más importantes, que da mayores márgenes de competitividad a los productos nacionales y permite compensar, parcialmente, las desventajas de la estructura industrial local respecto de las de los países más desarrollados. Así lo indican los últimos informes de la consultora abeceb.com.


Con una expansión de 5% en el mundo, 2007 se sumó al período de mayor crecimiento global de los últimos 30 años. Sin embargo, en ese mismo año, comenzaron a evidenciarse signos de agotamiento en el ciclo expansivo mundial: 

-  La evolución de los precios internos en cada país volvió a ser monitoreada mes a mes debido a las presiones inflacionarias. 
-  El sector bancario experimentó problemas como consecuencia de la desaceleración inmobiliaria norteamericana. Las pérdidas reconocidas alcanzan los U$S 100.000 millones, pero podrían cuadruplicar esta cifra. 
-  El dólar continuó perforando mínimos en su relación cambiaria respecto de otras monedas.


Haciendo historia

El mundo, con niveles de expansión altos desde 2003, también creció a tasas elevadas durante 2007. Esta expansión se consiguió luego de que, en 2001, la economía de EEUU entrara en recesión y ello llevara a combinar medidas de tipo fiscal y monetario. Así, en aquel momento, comenzó a reducirse la tasa de interés de la política monetaria hasta llegar al 1%. También el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés) recurrieron a la baja de tasas para acelerar el crecimiento.

Las bajas de tasas de interés global llevaron a que, en 2004, se consiguiera, a nivel mundial, el mayor ritmo de crecimiento en 31 años, en medio de una reducción global en las tasas de inflación promedio. Así, el dilema inflacionario parecía del pasado: la nueva estructura económica mundial, con mayor cantidad de mano de obra (gracias a China, India y Rusia), lucía mejor cubierta de este riesgo que, aparentemente, se había conseguido controlar.

No obstante, aún en aquellos tiempos de éxito económico global, algunos países prendieron luces amarillas ante la suba de los precios del petróleo (superó los U$S 50 por barril), de los minerales (acero, aluminio, cobre, entre otros con subas de más de 100% acumulado en pocos años) y de los productos agrícolas (soja, trigo y maíz). La posibilidad de que estos incrementos de precios en bienes puntuales se trasladaran hizo que las economías centrales endurecieran su política monetaria.

El primer paso lo dio el Banco de Inglaterra, que comenzó a elevar la tasa hacia noviembre de 2003 y fue seguido por la Reserva Federal (Fed) recién en junio de 2004. El BCE, en tanto, sólo comenzó su ritmo de incrementos en la tasa de interés de referencia hacia diciembre de 2005 y de forma mucho menos agresiva, afectando las paridades cambiarias mundiales (el euro se tornó una de las monedas que mayor apreciación acumulada muestra respecto de las 16 monedas más transadas a nivel mundial).


En 2007, volvió el dilema

En retrospectiva, el temor acerca de la evolución de los precios por las altas cotizaciones de los productos energéticos fue justificado. En 2007, las subas se generalizaron con fuerza en cada economía. China verificó aumentos de 6,9%; EEUU, de 4,1% (2,4% en el core), Alemania, de 3,1%, y la lista puede continuar con otras potencias mundiales. Las economías latinoamericanas no fueron ajenas: Chile, 7,8% en diciembre, México, 3,8%, Brasil, 4,2% (cambiando la tendencia declinante en la evolución de los índices de precios) y Venezuela, de 22,3%, entre otros.

Esta es una diferencia clave respecto del anterior período recesivo norteamericano. En la experiencia previa, la inflación no era un problema y eso permitía a la Fed ser muy agresiva bajando tasas para incentivar el crecimiento. Hoy, los precios muestran reticencia a la baja, elevada volatilidad (influenciada por el sector energético y agrícola) y un piso de inflación más alto.

Ante síntomas recesivos en EEUU en diversos sectores económicos, la Fed considera que sus bajas en la tasa de interés y una política fiscal expansiva evitarán una profundización. En tanto, el Gobierno del presidente Bush anunció políticas fiscales (devolución de impuestos a empresas e individuos) que se suman a las medidas para la población endeudada en créditos hipotecarios.
Estas políticas generarán distintos efectos:

- Devolverán a los bolsillos de los consumidores norteamericanos parte de los fondos que han perdido por la inflación (bajó el salario real 0,5% en 2007), los mayores costos de vivienda y energía y, así, impulsará el consumo privado, que es la principal variable en la variación de su PBI, con un peso de más del 60 por ciento.

- Tendrán consecuencias negativas sobre el déficit fiscal de EEUU. En los últimos años, esta variable convergía a niveles menos deficitarios. El costo de la política fiscal superará el 1,5% del PBI norteamericano. De hecho, el último plan tendrá un costo de entre 0,9% y 1% del PBI, incrementando el déficit nuevamente.


Una cuestión de timming

¿Por qué se esperó para lanzar el salvavidas fiscal en EEUU? Al no verse el fondo de la crisis, había disenso en el Gobierno respecto de la necesidad de actuar. Esta situación se modificó cuando la tasa de desempleo llegó a 5%, pudiendo contraer definitivamente el consumo y así aumentar los efectos recesivos sobre toda la economía. La incógnita a develar ahora es si los fondos comprometidos en la política fiscal alcanzan para revertir las expectativas negativas y, junto con la política monetaria, sentar las bases para la recuperación de EEUU.


¿Viento de cola o de frente?

Con EEUU en una eventual recesión y tasas de inflación por sobre los objetivos, Europa con moneda apreciada, inflación creciente y expansión desacelerada y Japón con baja tasa de crecimiento y su moneda apreciándose, ¿qué pasará en Latinoamérica?

Latinoamérica se encuentra hoy mucho menos expuesta a crisis financieras mundiales que en los años 90. Los procesos de mejoras del último período de auge redujeron los niveles de contagio considerablemente. Sin embargo, probablemente, verificará tasas de crecimiento algo menores a las observadas en los últimos años.

Impacto directo: 

- Integración comercial: Tanto las ventas a EEUU como a otros países, probablemente, se resientan. 
- Remesas de trabajadores residentes en EEUU a países de la región: Disminuirán.

Impacto indirecto: 

- Posiblemente algo de contagio repercuta en China e India y, por ende, en las ventas de América Latina a Asia. Sin embargo, se ha estimado que una caída de 1% en EEUU generaría una baja en la tasa de expansión de las exportaciones de China en torno a 5% y ello reduciría el crecimiento del PBI en 0,5%-0,6%. De esta manera, China desaceleraría su crecimiento, pasando de un ritmo de expansión en 2007 de 11,5% a un tasa de 10,5% en 2008.

Los precios de los commodities continuarán elevados en términos históricos. Ello permitirá mayores ingresos en los países exportadores de estos bienes, pero también más presión inflacionaria si se consumen domésticamente. China, para reducir su tasa de inflación subió su tasa de encajes bancarios (actualmente en 15%) 11 veces entre 2007 y lo que va de este año e impulsó controles de precios sobre carnes, pastas, aceites y huevos que se suman a las regulaciones para el petróleo y la electricidad. Además, posiblemente, incremente las necesidades de reservas bancarias medio punto porcentual para enfriar la economía y así la presión de demanda sobre los bienes.


¿Recesión o desaceleración?

En conclusión, el mundo ha comenzado 2008 con incógnitas por develar. Posiblemente, EEUU verifique algún trimestre con crecimiento negativo (que permita hablar de recesión en términos estrictos) o con una tasa de expansión de sólo 0,5% interanual. En ambos casos, la sensación será de recesión.

En Asia, Japón reducirá su ritmo de expansión económica afectado por el mayor valor de su moneda. China continuará creciendo fuerte y será, sin dudas, la locomotora de la región y, posiblemente, del mundo junto con India, Rusia y Brasil.

México será el país de Latinoamérica que más sufrirá, dada su fuerte dependencia de las exportaciones a EEUU (80% de su comercio). En tanto, Argentina sorteará la crisis mundial con alguna contracción en el crecimiento derivada de la menor demanda externa.


La estructura exportadora argentina resistiría la crisis internacional

Históricamente, durante los ‘90 y hasta los primeros años del siglo XXI, las exportaciones argentinas crecieron a un ritmo moderado, entorno al 8%. A partir de 2003, se quebró la tendencia: la dinámica de las exportaciones superó el umbral del 15%. Así, en 2007, se registraron exportaciones por U$S 55.933 millones, con un incremento interanual del 20%.

Este comportamiento se explica, por una parte, por la etapa de crecimiento sostenido que atraviesan las economías de los principales socios comerciales de Argentina, traccionando la demanda de bienes nacionales. Desde 2003, China ha crecido, en promedio, 10%; Brasil, 4%; Venezuela, 10% e India, 8%, economías hacia las cuales Argentina destina casi el 30% de las ventas.

Por otra parte, la moneda argentina evidencia una depreciación respecto de sus socios más importantes, que da mayores márgenes de competitividad a los productos nacionales y permite compensar, parcialmente, las desventajas de la estructura industrial local respecto de las de los países más desarrollados.

En términos de productos, ¿cuáles traccionan las exportaciones? Entre 2006 y 2007, 20 productos explicaron 65% del incremento de las exportaciones; representando casi 50% del total de las ventas en el último año. En particular, sólo la soja y sus derivados explicaron 33% de ese incremento y constituyeron casi un cuarto de las exportaciones nacionales. En tanto, entre los bienes industriales, se destacó la creciente participación del sector automotriz en la estructura exportadora.


Destinos

En 2007, examinando cada mercado, 78% de las ventas externas de porotos de soja y 36% de aceite de esa oleaginosa se destinaron a China, mientras que la India tuvo una participación del 15% en este último mercado.

En tanto, entre España, Países Bajos, Italia, Polonia y Dinamarca –países con una participación promedio de 9%- demandaron 50% de las ventas externas de harina y pellets de soja. A su vez, más de la mitad de las exportaciones de maíz se destinaron a España, Malasia, Chile, Sudáfrica, Perú y Egipto. Además, hay que remarcar que Brasil demandó el 60% de las exportaciones de trigo y fue el principal socio comercial de vehículos para el transporte de mercancías, con una demanda que representó 72% de las exportaciones totales de ese producto; seguido por México y Venezuela, con 9,9% y 9,2%, respectivamente.


Precios versus cantidades

Analizando las exportaciones de los principales productos argentinos en términos de volúmenes y precios, se concluye que la aceleración del crecimiento se asentó sobre la favorable coyuntura de los precios de los commodities internacionales. Focalizando en los seis productos que traccionan el crecimiento de las ventas al mercado externo, en cuatro de ellos (aceite y harina de soja, trigo y minerales de cobre), el efecto precio predomina por sobre el efecto de las cantidades, dada la pujante demanda internacional que ha llevado a precios récord en los principales commodities. En particular, las ventas de trigo, en términos absolutos, tuvieron un incremento de 36% entre 2006 y 2007, impulsado por un aumento de precios de 37%, por una caída en los volúmenes exportados (1,4%). La situación en las ventas de aceite de soja, minerales de cobre y sus concentrados y harina y pellets de soja fue similar; con efectos precio del 46,1% y 28,9%, respectivamente, y con leves incrementos en los volúmenes exportados, 10% y 2,2%. En tanto, la influencia de los precios y cantidades fue más equilibrada en las exportaciones de maíz y poroto de soja.

La estructura exportadora argentina continúa descansando, principalmente, en las ventas de productos primarios y sus manufacturas, sin evidencias significativas de reversión de esta tendencia por el momento.

Las ventas basadas en productos alimenticios de escaso valor agregado con precios dados a nivel internacional no otorgan bases sustentables para el desarrollo exportador. Sin embargo, contra toda previsión, esta estructura otorga ciertos grados de libertad a la Argentina en la actual coyuntura internacional, con países centrales desacelerándose. Como se esperan mayores ajustes en el consumo de bienes finales y durables que en las ventas de productos primarios y alimentos en general, la Argentina sería uno de los países menos afectados por la crisis.
abeceb.com / mercosurabc