La geopolítica de la energía, el Gasoducto del Sur y la Integración energética sudamericana
El escenario energético global apunta hacia un crecimiento acentuado de la demanda de energía. Eso representa un desafío mayor para que países como China e India sostengan su alto crecimiento frente las restricciones energéticas. Cabe notar también que la concentración de reservas energéticas en áreas de inestabilidad política, como Rusia y Medio Oriente, es cada vez mayor. Este cuadro estimula una creciente disputa por el control de las fuentes de energía en todo el mundo, lo que, a su vez, impulsa la nacionalización de las reservas de hidrocarburos en varios países. El tema de la seguridad energética (nacional, regional y global) será cada vez más relevante en las relaciones internacionales. En este sentido, el proyecto de construcción del Gasoducto del Sur, concebido inicialmente a partir de la constatación de la crisis energética que amenazará los tres países –Venezuela, Brasil, Argentina – en los próximos diez años, cobra inusitada importancia. La construcción del Gasoducto es una gran obra de ingeniería, mayor que la Usina de Itaipu. Con un total de inversión estimada en alrededor de US$ 27 mil millones, en su propia construcción, el Gasoducto generará significativos impactos socio-económicos en los países involucrados, además de posibilitar la construcción de un anillo energético sudamericano, señalan los investigadores Darc Costa y Raphael Padula en el trabajo que se reproduce a continuación.
La escasez creciente del petróleo presenta el gas como principal alternativa en el largo plazo. Más del 75% de las reservas de gas del mundo se concentran en Rusia y Medio Oriente. Sudamérica y Centroamérica tienen conjuntamente una participación marginal cercana del 4% en las reservas mundiales. Venezuela posee un 65% de las reservas de la región. En el Cono Sur, Bolivia tiene participación del 40% de las reservas de gas natural.
La distribución de las reservas comprobadas de Gas Natural en América del Sur es la siguiente:
Venezuela (146,5 TCF), Bolivia (28,7 TCF), Argentina (23,4 TCF), Brasil (9,0 TCF) y Perú (8,7 TCF). De la misma forma que Sudamérica detiene una participación marginal en las reservas comprobadas de gas natural en el mundo, su participación de producción y consumo de gas natural tampoco es relevante en términos mundiales. En 2006, Sudamérica y Centroamérica produjeron sólo un 5% de la producción mundial y consumieron 4,6%.
Argentina es el mayor mercado de la región, con un 40% del consumo de Sudamérica y un 60% del consumo del Cono Sur, y su energía eléctrica es esencialmente térmica a base de gas. Venezuela y Brasil consumen, respectivamente, un 26% y casi un 20% del consumo de Sudamérica. Pero el país con mayor potencial de crecimiento de consumo de gas de la región es Brasil. Chile, Bolivia y Uruguay consumen respectivamente un 15%, un 1,9% y un 0,1% del total del Cono Sur.
Diferente de los demás países, la explotación de reservas de gas en Argentina ya ocurre de forma intensa hace 40 años. Sin embargo, existen algunas dudas sobre el tiempo que se llevaría para hacer nuevos descubrimientos, siendo previstas restricciones en 10 años, comprometiendo incluso su exportación para Chile. Esas dudas surgen como un reflejo de la caída de las inversiones en el sector energético, que a su vez es un reflejo del proceso de privatización (la forma como fue hecho, profundo y sin exigencia de inversiones), principalmente en razón de la perdida del control del Estado sobre el sector energético. 1
Venezuela es el país con potencial exportador para toda la región debido a su proximidad y sus grandes reservas. Argentina ha buscado soluciones a través de la importación de gas de Bolivia, pero este país necesita de elevadas inversiones en producción y transporte, tanto para atender a la demanda energética argentina actual como la del año 2010, fecha prevista para la conclusión de la construcción del Gasoducto del Nordeste que posibilitará el suministro de 20 millones de metros cúbicos diarios de gas boliviano para Argentina. Para el corto plazo, Argentina ha firmado acuerdos en el tema de seguridad energética con Venezuela, a través de la importación de Fuel Oil para la producción de electricidad, una solución más costosa que el gas, como hizo en el marco del Plan Energético Nacional 2004-2008.
El proyecto de construcción del Gasoducto del Sur, fue concebido inicialmente a partir de la constatación de la crisis energética que amenazará los tres países –Venezuela, Brasil, Argentina – en los próximos diez años. Las negociaciones en el ámbito político han avanzado mucho y su proyecto ha sido profundizado minuciosamente por un grupo de trabajo de los tres países involucrados directamente.
Los estudios del proyecto inicial señalan que Sudamérica explora de forma incipiente la energía del gas, mientras Europa y EE.UU. poseen enormes redes de Gasoductos alimentando sus centros consumidores, lo que les permite la integración de grandes regiones continentales.
El análisis del mercado apunta la necesidad de oferta adicional de volúmenes significativos de gas natural para Brasil, Argentina, Uruguay y Chile. Considerando que las reservas de gas de Argentina están escaseándose, Venezuela, que dispone de inmensas reservas inexploradas, podría atender a estas demandas.
El Gasoducto proveerá un aumento de la energía disponible en los países favorecidos, reduciendo el déficit del balance de oferta y demanda de derivados de petróleo a partir de la próxima década y, cuando el trayecto esté definido, permitirá estimular nuevas actividades económicas.
La construcción del Gasoducto es una gran obra de ingeniería, mayor que la Usina de Itaipu (mayor hidroeléctrica del mundo). El inicio de la construcción del primer tramo hasta el Nordeste de Brasil fue previsto para noviembre de 2007. Según el proyecto, el gasoducto cruzará verticalmente Sudamérica de punta a punta. Partirá desde los campos de gas de Mariscal Sucre en Venezuela hasta Buenos Aires en Argentina. Su trayecto cortará de norte a sur los territorios de Venezuela, los estados brasileños de Pará, Tocantins, Goiás, Minas Gerais y São Paulo, siguiendo hacia Uruguay y Argentina.
El itinerario del proyecto inicial consideró algunas restricciones ambientales, pasando por rutas ya existentes en la selva y campos, paralelas a ríos, carreteras y caminos. Su proyección inicial es de 6.603 km de extensión para la línea principal, con ramificaciones que conforman una extensión total de 9.283 (más de 6 mil km en Brasil).
El costo evaluado es casi 2 veces mayor que la inversión que Brasil hizo en la construcción de Itaipú (usina binacional Brasil-Paraguay). Sin embargo, ahora se puede contar con el recurso de dos socios más, además de otras formas alternativas de financiación, como el consorcio entre todos los países beneficiados por el anillo energético. Cabe resaltar que si todo el gas natural fuera destinado a la generación de energía eléctrica produciría mucho más que el doble de la capacidad de generación de Itaipu.
El proyecto prevé incontables ramificaciones en el transcurso del itinerario, conectando la línea principal a centros consumidores, y en el territorio brasileño a los Gasoductos del Nordeste (ya en el primer tramo) y al Gasoducto Brasil-Bolivia. El Gasoducto suministrará diariamente cerca de 150 millones de m³ – consumiendo alrededor de un 20% de las reservas venezolanas a lo largo de 20 años – entre los cuales 100 millones abastecerán a Brasil, con total de inversión estimada alrededor de US$ 27 mil millones. El plazo estimado para completar la obra es entre 7 y 10 diez años. En su construcción, el Gasoducto generará significativos impactos socio-económicos en los países involucrados, por ejemplo: aproximadamente 520.000 empleos por año durante la obra; y muchos empleos permanentes por empresa de transporte creada en su operación; un impacto total de US$ 25 mil millones en el PIB Brasil.
Finalmente, el Gasoducto del Sur representa la mayor obra de integración física en Sudamérica y es la mayor obra efectiva en pro de la integración regional, especialmente entre los países beneficiarios del Cono Sur. Este proyecto aún posibilita la construcción de un anillo energético sudamericano, extendiéndose a Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, aprovechando, en el transcurso de su itinerario, las reservas de gas de Perú y Bolivia. El Gasoducto aumenta la capacidad energética de la región, proporcionando su independencia y libertad de restricciones en el sector, aumentando su capacidad de realizar proyectos de desarrollo: fortaleciendo su capacidad competitiva, su industrialización y generación de empleo y renta. La integración energética sudamericana, al proveer la región con autosuficiencia e independencia en este sector estratégico y de carencia mundial, fortalece la posición política y económica de la región en el sistema internacional, lo que puede generar sinergias y beneficios al desarrollo de Sudamérica.
Podemos prever varias dificultades en la ejecución de ese ambicioso proyecto, como: resistencia de los grupos ecologistas radicados en América del Sur y en el exterior, incluso incentivando la resistencia de comunidades locales a lo largo de su trayecto; irregularidad de las inversiones financieras de los socios; oscilación de los precios de los productos industriales necesarios para la construcción; posibilidad de estallar una gran crisis financiera internacional; resistencia política de opositores al proyecto de integración sudamericana; el ambiente político y macroeconómico inestable predominante en la región, a consecuencia de la predominancia del Neoliberalismo, visto que el proceso de integración depende de la participación de los gobiernos nacionales en la solución de varios obstáculos. Sin embargo, la idea de la integración sudamericana y la concepción estratégica del anillo energético son suficientemente fuertes para hacer una realidad el Gasoducto del Sur.
Notas
1 Con la devaluación del peso y el congelamiento de tarifas, el sector privado perdió el interés de realizar inversiones en el sector energético.
Fuentes
British Petroleum – www.bp.com
Energy Information Administration - EIA (US Dept. of Energy) - www.eia.doe.gov/
EIA (2006) - Annual Energy Outlook 2006. USA Energy Department.
Secretaria de Energía da Argentina - http://energia3.mecon.gov.ar/
D.Costa: Consejero de la Escuela Superior de Guerra (ESG), Doctor en Ingeniería de Producción por COPPE-UFRJ, Profesor de Estrategia Nacional, Consultor y colaborador de diversas instituciones y revistas;
R.Padula: Doctorando en Ingeniería por COPPE-UFRJ, Licenciado en Economía por la UFRJ, Editor de la revista OIKOS, Consultor.