Las huellas del bloque regional en sus dos principales socios
El objetivo de Brasil al ingresar al bloque fue intensificar la producción y competitividad industrial, demostrando una gran capacidad en los años subsiguientes para captar ganancias del comercio con Argentina. Resulta elocuente en este sentido el dato de que en los últimos diez años el 80% de los productos vendidos por Brasil a Argentina se hallan en una situación consolidada, estable o incluso en proceso de ganar participación en el mercado local. Por su parte, Argentina vivió durante la década de 1990 un proceso de desindustrialización, lo cual le imposibilitó mejorar su productividad ante requerimientos internacionales cada vez más exigentes. Sólo la devaluación del peso dotó a la industria nacional de una competitividad cambiaria que le permitió obtener superávit con Brasil. No obstante, desde que Argentina inicia su recuperación económica en 2003, el déficit comercial aumentó, aunque por los requerimientos de importación de insumos tanto para alimentar la producción creciente, como también por la compra de productos finales, ante un sostenido aumento del consumo, destaca un informe de Abeceb.com.
LOS INTERESES DETRAS DEL MERCOSUR
La firma del tratado de integración, cooperación y desarrollo entre Argentina y Brasil en 1985 fue la piedra basal de lo que unos años más tarde se conocería como MERCOSUR.
A mediados de la década de los `80, Argentina y Brasil presentaban coincidencias en cuanto a las necesidades derivadas de su presente institucional y de su inserción internacional.
Ambos países se enfrentaban a una acelerada concentración de la economía internacional, tanto desde el punto de vista de la producción y comercialización como desde la organización política de los estados (conformación de bloques integrados). Se extendía, en los dos países, la preocupación por “quedarse fuera del proceso”.
El proceso derivó en la incorporación de dos nuevos socios, como lo son Paraguay y Uruguay, a la conformación de una unión aduanera, con el objetivo posterior de que la misma evolucionara naturalmente hacia un mercado común.
Pero, ¿cuáles eran específicamente las ventajas que les presentaría a sus socios la conformación del MERCOSUR? Ante todo, hay que tener en cuenta que las condiciones iniciales de cada país eran muy distintas a las actuales, sobre todo las de los socios más grandes: Argentina y Brasil.
Para la industria brasilera, el acceso diferencial al mercado argentino significaba poder acercar sus productos a un conjunto de consumidores con un poder de compra marcadamente superior al del resto de los países de Sudamérica. Adicionalmente, el aumento de la escala productiva le permitiría seguir acrecentando su competitividad.
La integración comercial con un socio como Brasil, le abría a la Argentina las puertas a un mercado de más de 140 millones de personas, aunque con un nivel de ingresos menor al local. Si bien desde el principio existieron excepciones al ingreso de ciertos productos en los distintos acuerdos comerciales (como el azúcar), se registraron avances muy importantes en otros sectores.
Distintos matices tuvieron los socios menores para buscar una integración económica con Argentina y Brasil. Un acuerdo de integración económica significaba para Paraguay una oportunidad única a la hora de incentivar su producción, principalmente si podía establecer que se implementen ciertos tratos diferenciados con su economía.
La situación de Uruguay, por otro lado, era marcadamente diferente. Para empezar, su aparato productivo era más heterogéneo que el paraguayo. Su inserción comercial con el mundo (como productor de materias primas) estaba mucho más desarrollada a causa de su acceso al mar; y por último, ya existían acuerdos bilaterales firmados con los demás socios del Mercosur.
El principal interés que representaba un acuerdo de integración económica para Uruguay pasaba por el atractivo que generaba, a la hora de atraer inversiones extranjeras y el acceso sin restricciones a un potencial mercado de 140 millones de habitantes.
LAS ETAPAS DEL MERCOSUR
La evolución del comercio tanto intra como extrazona del Mercosur puede dividirse en cuatro etapas bastante nítidas.
La primera etapa abarca los años que van desde la creación del organismo en 1991 hasta el año 1998. Este período se caracteriza por el creciente intercambio comercial entre los países miembro.
Mientras que en 1990 el comercio intrazona sólo representaba el 9% de las exportaciones totales de los integrantes del Mercosur, la participación del comercio entre Estados Parte con respecto al total transado fue ganando terreno en los años siguientes, hasta llegar a su apogeo en 1998, período en el cual el comercio fronteras adentro del Mercosur representó un cuarto del total exportado por el bloque.
No obstante, las importaciones desde fuera del bloque también mostraron un marcado crecimiento. El superávit comercial del Mercosur con el resto del mundo era en 1990 de u$s 18.548 millones.
Dicho resultado cayó cada año más aceleradamente, convirtiéndose finalmente en déficit en 1995 tras el Efecto Tequila. Hacia el final del período el déficit comercial del bloque llegaba a los u$s 14.748 millones, una caída del 180% respecto a su punto de partida.
El inicio del segundo tramo se correspondió con un fenómeno exógeno al Mercosur, que no tardó en traducirse en recesión en las economías de sus cuatro integrantes. A mediados de 1997 el colapso de la moneda tailandesa precipitó la crisis financiera en varios países del sudeste asiático, altamente endeudados. Un año más tarde Rusia devaluaba el rublo. Este marco internacional tuvo severas consecuencias sobre las economías emergentes.
Se puede caracterizar el período que inició en 1999 por haber registrado una marcada caída en el comercio intrazona: de los u$s 20.508 millones que se exportaron en 1998 la cifra se redujo a u$s 10.214 en 2002, lo cual implica una reducción de la participación en 13,6 puntos porcentuales.
Por el contrario, si bien durante 1999 las exportaciones hacia países extra Mercosur cayeron un 3%, el crecimiento promedio de las mismas a lo largo del período fue de 7,6%. Esto permitió, conjuntamente con la caída de las importaciones extrazona, una reversión en la tendencia deficitaria del bloque que volvería a ser superavitario a partir de 2001.
La tercera fase se inicia en 2003 y se caracteriza por una participación del comercio intrazona que, si bien creció, lo hizo mucho más moderadamente que durante los primeros años del bloque.
En cuanto a las exportaciones extrazona en general, las mismas comenzaron a crecer a tasas de dos dígitos a partir de 2003, promediando una expansión del 20,5% anual hasta el año 2008.
La complicada situación financiera de los países devino en una reducción de la apertura comercial, generando una caída del comercio mundial a partir de agosto de 2008 y que totalizó un 23% en 2009.
Ante las perspectivas de la mayor crisis desde el crack de 1929, proliferaron las medidas de ajuste y proteccionismo de manera generalizada alrededor del mundo.
La situación del Mercosur se prestó en ese momento a una gran permeabilidad debido principalmente a la menor participación del comercio intrazona. Las exportaciones a Estados Unidos –destino del 18% de las ventas extrazona- cayeron un 38% en 2009, mientras que las dirigidas a la Unión Europea –que participaba en ese momento en un 25% del total- cayeron un 26%. De los principales socios sólo China incrementó durante ese año su demanda de productos del Mercosur, aunque desacelerando la tasa de crecimiento del 44% al 4%. El comercio internacional se repuso tras la crisis y el Mercosur pudo insertarse con éxito, aunque con algunas dudas de cara a futuro.
LAS HUELLAS DEL MERCOSUR EN SUS DOS PRINCIPALES SOCIOS
El objetivo de Brasil al ingresar al bloque fue intensificar la producción y competitividad industrial, demostrando una gran capacidad en los años subsiguientes para captar ganancias del comercio con Argentina. Resulta elocuente en este sentido el dato de que en los últimos diez años el 80% de los productos vendidos por Brasil a Argentina se hallan en una situación consolidada, estable o incluso en proceso de ganar participación en el mercado local.
Por su parte, Argentina vivió durante la década de 1990 un proceso de desindustrialización, lo cual le imposibilitó mejorar su productividad ante requerimientos internacionales cada vez más exigentes. El aprovechamiento que hizo nuestra economía del nuevo bloque, se restringió a la colocación de exportaciones, desarrollando una creciente dependencia del mercado brasilero como destino de los productos nacionales.
Ya en los primeros años del Mercosur el saldo comercial fue favorable a Brasil. La intensidad del comercio intrazona abrió al país vecino un extenso mercado que le aseguró un destino de exportaciones hasta la crisis del Tequila en 1995. Luego de este evento y hasta el fin de la convertibilidad, la Argentina gozaría de un saldo comercial favorable, aunque con crecientes cifras negativas en las cuentas industriales. Sólo la devaluación del peso dotó a la industria nacional de una competitividad cambiaria que le permitió obtener superávit con Brasil.
No obstante, desde que Argentina inicia su recuperación económica en 2003, el déficit comercial se agravó tanto por los requerimientos de importación de insumos para alimentar la producción creciente, así como también por la compra de productos finales, ante un sostenido aumento del consumo.