Mercosur/ UE. Liderazgo de negociaciones y trato diferencial
Poder avanzar en un acuerdo de asociatividad con la Unión Europea (UE) es uno de los objetivos políticos con implicancias sociales y económicas más trascendentes; sin embargo hasta ahora no hemos podido darle realización, expresó el embajador Eduardo Sigal, en el marco de un seminario sobre la integración Mercosur-Unión Europea, organizado por la Comisión Europea en Buenos Aires. Hay cuestiones muy concretas que tratar, como el liderazgo del proceso de negociación, que debe recaer en la región más desarrollada, con un trato diferenciado hacia el Mercosur. En el fondo, si hay un mecanismo diferenciado es el que construyó el MERCOSUR cuando aceptó que los productos agrícolas de la UE no liberalicen sus mercados y establezca cuotas para el acceso de productos del MERCOSUR, señaló el Subsecretario de Integración Económica de la Cancillería argentina, ante un nutrido auditorio reunido el 29 de noviembre en el Hotel Alvear. El crecimiento del acceso al mercado europeo de los productos del MERCOSUR debe producirse en forma sustancial para que se pueda contemplar una liberalización del mercado.
La unión de los cuatro Estados por una cláusula democrática proveyó una pertenencia y permitió compartir valores comunes y superar viejas hipótesis de conflicto, consolidar la paz y la seguridad regional. Incluso en lo que se refiere a los países asociados, entre los que se incluye Ecuador, Perú, Venezuela, Colombia , Bolivia y Chile, el MERCOSUR ha contribuido con su presencia ante situaciones de peligro institucional.
Asimismo, como lo establece su carta fundacional, el MERCOSUR debe propender a su fortaleza institucional, que se presenta como un aspecto muy débil. En lo personal, explicó Sigal, percibo el proceso como una especie de integración intergubernamental que no llega a contar con instituciones de carácter estable y por lo tanto a comprometer en un rol activo a sus sociedades. Hay cierta resistencia a la organización de una supranacionalidad incipiente, en la que se ceda parte de las soberanías nacionales.
Por eso considero un avance importante la institución de la Comisión de Representantes Permanentes; la del Tribunal Permanente de Revisión como una instancia importante; pero también la nodal decisión que tomará seguramente la semana próxima el Consejo del mercado Común hacia la construcción del Parlamento del MERCOSUR, en esta etapa todavía conformado por miembros elegidos indirectamente, pero que lo serán en forma directa en el futuro. De esta manera a través de la elección de estos representantes directos, se conseguirá la participación de la sociedad en un espacio común que refleje el pluralismo y la diversidad en la región.
El proceso del MERCOSUR sólo podrá prosperar si se puede incrementar el capital de confianza mutua entre los socios, con una integración que se verifique en hechos.
Las economías más pequeñas del MERCOSUR, Paraguay y Uruguay, reclaman permanentemente que el bloque no haya servido concretamente para mejorar la calidad de vida de sus países. Se han adoptado medidas que se podrían considerar tibias, como fue la constitución del Fondo de Convergencia Estructural para ayudar a los desarrollos productivos de las zonas más atrasadas de la región. Una cifra de cien millones de dólares como la asignada, se podría decir que es insignificante y que sirve sólo como una señal de conciencia en relación con la ayuda que deberían proporcionar las economías más desarrolladas. A tal punto que el 97% del Fondo está integrado en un 70% por Brasil, un 25% por Argentina, 2% tanto Uruguay como Paraguay; mientras que la utilización se da prácticamente en una proporción inversa.
La inserción internacional
La integración efectiva es además necesaria para garantizar la inserción internacional del bloque. La existencia de un mercado ampliado prepara a las empresas exportadoras para su accionar en el mercado internacional. Asimismo, la participación en bloque en las negociaciones internacionales fortalece la posición de cada miembro. El MERCOSUR tiene por lo menos treinta escenarios de negociación abierta, aunque hay algunos más importantes que otros. Poder avanzar en un acuerdo de asociatividad con la Unión Europea (UE) es uno de los objetivos políticos con implicancias sociales y económicas más trascendentes. Sin embargo hasta ahora no hemos podido darle realización.
Hay cuestiones muy concretas que tratar. El MERCOSUR no puede liderar el proceso de negociación con la UE. Es la región más desarrollada la que tiene que asumir la responsabilidad de liderar ese proceso. Tiene que tener la capacidad para visualizar un trato diferenciado para las economías de menor desarrollo y no exigirnos en pie de igualdad responsabilidades como las que la propia UE asume.
Si hay un mecanismo diferenciado es el que construyó el MERCOSUR cuando aceptó que los productos agrícolas de la UE no liberalicen sus mercados y establezca cuotas para el acceso de productos del MERCOSUR. Si la UE no retribuye con una actitud similar nos seguiremos encontrando con cuotas insuficientes que no nos alcanzan. El crecimiento del acceso al mercado europeo de los productos del MERCOSUR debe producirse en forma sustancial para que se pueda contemplar una liberalización del mercado. No podemos justificar esta apertura si los productos regionales no llegan a Europa, o lo hacen en forma limitada, o se implementan distintos mecanismos de carácter gradual. El último presentado a la Argentina en materia de carnes se confieren seis mil toneladas de acceso de carne al mercado europeo, simplemente es risueño, ya que se trata de los que vendería una cadena de supermercados en la Argentina en menos de un año.
Estamos dispuestos a avanzar en la liberalización del acceso de los productos de interés de la UE, básicamente compras gubernamentales, inversiones y servicios. No es problema particular de Argentina, que ya tiene bastante liberalizados estos sectores, si no que hay un interés especial en Europa por las potencialidades de Brasil, que en este sentido cuenta con medidas restrictivas.