Nuevos actores en el diseño de las reglas de comercio internacionales
La conclusión fundamental del fracaso de la Ronda de Doha, iniciada por los 153 países miembros de la OMC, hace siete años en Doha (Qatar), es que se trató del reflejo de la mudanza de equilibrio de poder en el mundo. La aparición de nuevas potencias emergentes, del peso de China e India, impidió aunar posiciones con las grandes economías. En el Mercosur, algunas voces alertaron sobre los cambios en el escenario del comercio global. Desde la Cancillería argentina, se advirtió sobre la pérdida del norte en las negociaciones multilaterales. Por el lado de la “Reunión del Desarrollo”, por haber abandonado el mandato de Doha del Tratamiento más Favorable para Países en Desarrollo. Por el lado del Mercosur, por la posibilidad cierta de perder cohesión en la posición unificada del bloque en el ámbito de la OMC, ante divergencias por la propuesta del director Pascal Lamy, aceptada por los negociadores brasileños y rechazada por los argentinos. Tensiones que serán limadas el próximo lunes, cuando el presidente Lula da Silva llegue a Buenos Aires con una gran delegación empresaria. Pero la incertidumbre de la hora pasa por saber si será posible el retome de las negociaciones de la OMC, con el retorno a las políticas integradas en la región.
Argentina planteó públicamente en la sede de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por medio de su Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, que el fracaso por no lograr un resultado positivo se origina en problemas de sustancia y de proceso. En lo que se refiere al proceso, de acuerdo con lo comunicado por Cancillería, no se dio lugar a una discusión profunda, de carácter horizontal de abajo hacia arriba, con amplia participación e integración a las consultas y discusiones informales de aquellos miembros con las mayores sensibilidades en algunos temas, señaló Taiana.
En el caso particular de NAMA (Acuerdo sobre Acceso a los Mercados para los Productos No Agrícolas por su sigla en inglés), se optó por el camino inverso, con lo que se perjudicó seriamente la transparencia, sostuvo el jefe diplomático. En acceso a los mercados los coeficientes y flexibilidades de la fórmula suiza propuestos llevan a un mayor porcentaje de corte arancelario para los países en desarrollo que para los países desarrollados, lo que significa invertir la reciprocidad menos que plena.
En el ámbito de NAMA, la discusión ronda en torno a la fórmula suiza, acerca de si los coeficientes para los países desarrollados y en desarrollo debían ser los mismos. Una cuestión técnica, pero un tema muy importante para los países en desarrollo que sólo puede tratarse en ámbitos como el de la OMC, uno de los pocos foros donde se decide por consenso y puede haber coaliciones; lo que hace disminuir las asimetrías de poder *.
Los problemas de sustancia verificados en Doha pasan por una diferencia de grado en la presentación de los problemas, sostuvo en Suiza Jorge Taiana. "En Agricultura se trabajó, hasta antes de esta reunión, sobre la base de una amplia participación, construyéndose los textos a medida que se identificaban claramente las posiciones y se verificaban grados de convergencia, hecho que permitió la identificación de opciones o rangos para la decisión. Aún así, es evidente que se requería una mayor maduración en temas centrales de importancia que debieron ser objeto de una profunda discusión por los altos oficiales en el proceso horizontal. Estos son el nivel final del Sostén Distorsivo Total (OTDS), los límites por producto en caja ámbar y azul, la reducción sustancial de las subvenciones al algodón, la mejora de las disciplinas de Caja Verde, de manera de evitar el incremento permanente del sostén total, la determinación precisa del nivel de expansión de las cuotas arancelarias en compensación por la designación de productos sensibles, la aplicación de un techo arancelario, la simplificación arancelaria, la eliminación de la salvaguardia especial, la liberalización del comercio de productos tropicales y la introducción de disciplinas en productos especiales y salvaguardia especial para los países en desarrollo, destinadas a preservar los medios de vida de los campesinos pobres y el desarrollo agrícola sin que ello afecte la continuidad y crecimiento de los flujos comerciales. Es de señalar que, sobre este último particular, no se visualizó la importancia del vínculo que tienen esas disciplinas con la reducción sustantiva de las distorsiones y la protección de los países de mayor peso comercial".
El canciller argentino solicitó reflexionar sobre esta cuestión, "ya que tiene mucho que ver con la orientación de la negociación, que se ha ido apartando gradualmente de las premisas originales. A pesar de que el mandato de Doha sitúa en un primer plano el Tratamiento Especial y más Favorable para Países en Desarrollo, que comprende el principio de reciprocidad menos que plena en las reducciones arancelarias, la centralidad de la agricultura y el otorgamiento de flexibilidades, ya sea mediante excepciones o menores cortes arancelarios para cierto tipo de productos, ese tratamiento apareció seriamente cuestionado".
Por lo pronto, Argentina sostuvo que la falta de sujeción o contradicción con el tratamiento especial para países en desarrollo es claramente evidente en el texto de NAMA. “El nivel de compromiso que se propone para los países en desarrollo supera al compromiso de los países desarrollados en agricultura, violando las disposiciones del párrafo 24 de la Declaración Ministerial de Hong Kong, de un nivel comparablemente elevado de ambición en acceso a los mercados en Agricultura y NAMA", afirmó Taiana, quien agregó que para Argentina está claro que hay que introducir modificaciones a los textos para aprobar las modalidades. "En particular, el de acceso a los mercados de productos no agrícolas (NAMA), requiere de cambios estructurales para que pueda servir de base de negociación. Sólo una vez que se haya asegurado que cumple con los principios medulares de la Ronda, y se hayan incorporado todas las posiciones negociadoras para la discusión, será posible progresar en la negociación NAMA", sostuvo.
La propuesta de la OMC divulgada en mayo, había concitado la adhesión del sector privado brasileño, que a través de la poderosa Federación de Industrias de San Pablo (Fiesp), aprobó el proyecto del director del organismo multilateral, Pascal Lamy, que proporcionaba una serie de flexibilidades para la aplicación de los coeficientes de importación industrial hacia los mercados emergentes, pero que no presentaba cambios positivos en cuanto a la apertura agrícola de los desarrollados. Esto a pesar de que la adhesión al nuevo documento significara un alejamiento del G-20 que había mantenido nucleados hasta ahora a los países agrícolas detrás de una posición de salvaguarda.
No sólo no hubo cambios en la propuesta de la OMC en relación con las subvenciones a la actividad agrícola, sino que quedó otorgado un aumento que en el caso de EEUU permite destinar 14.500 millones de dólares anuales contra una cifra anterior de 8.000 millones; mientras que en el caso de la Unión Europea (UE), que ya tenía previsto establecer sus subvenciones en 2014 en un monto de 12.000 millones de dólares, la propuesta extiende esa cifra a 22.000 millones.
La principal causa de colapso la constituyó sin embargo la aparición de dos nuevas potencias emergentes, que evitaron se impusiera la posición de las grandes economías en el seno de la OMC. El desacuerdo producido entre Estados Unidos, India y China sobre un mecanismo de seguridad alimentaria para proteger a los agricultores de los países en desarrollo, fue el detonante principal. Se trató de una propuesta relacionada con el establecimiento de un mecanismo de salvaguardias especiales (SSM por su sigla en inglés) que elevaría los derechos de aduana, cuando las importaciones de productos agrícolas superaran cierto nivel y causaran perjuicio a los campesinos de las naciones pobres. India propuso imponer una sobretasa de 30 puntos porcentuales cuando la importación sobrepasase el 10%, lo que protegería a sus 650 millones de agricultores, que en la práctica cerraría los mercados agrícolas de ambos países, los mayores consumidores del mundo.
La conclusión fundamental del fracaso de la Ronda de Doha, iniciada por los 153 países miembros de la OMC, hace siete años en Doha (Qatar), es que se trató del reflejo de la mudanza de equilibrio de poder en el mundo, en donde por lo menos, Estados Unidos, Unión Europea y Japón no pudieron imponer su liderazgo. La discusión de la hora es si las negociaciones podrán ser retomadas en el mediano plazo, retornando a las políticas de bloque, que beneficiarían especialmente a la región y al Mercosur; o si el resultado del cónclave no hará más que estimular la concertación de acuerdos bilaterales, por los que bregan sectores de poder nacionales, como el gran empresariado de Brasil.
* Ramiro Bertoni, Dilemas de los acuerdos Norte-Norte vs Sur-Sur, dossier especial de mercosurabc, diciembre 2007
Prensa de Cancillería argentina, Prensa Fiesp, prensa brasileña