Reglamentar el sistema financiero evita riesgo de volatilidad de capitales

La visión que deviene de las recomendaciones del comité de Basilea que sugieren a las economías, la conformación de “colchones” anticíclicos que amortigüen el impacto de las crisis, ya no alcanza. De lo que se trata es de “reestructurar un sistema financiero que limite definitivamente instrumentos e instituciones financieras de alto riesgo”. Lo aseguró en su exposición el economista de la Universidad de Siena, profesor Mario Tonveronachi, en el marco de las jornadas organizadas por el CEFID-AR, en el auditorio del Banco Provincia, al hacer la presentación de un trabajo de su autoría publicado por el CEFID-AR. La intermediación de las entidades financieras “no está reglamentada y donde dichas reglamentaciones existen está limitada a la defensa del inversor”. Esto hace que las economías reales queden expuestas al flujo de capitales de alta volatilidad, advirtió Tonveronachi en su intervención.


En el marco de las jornadas,  el académico italiano hizo la presentación de un trabajo de su autoría titulado “Por qué y como reglamentar el sistema financiero”, publicado por el CEFID-AR (Centro de Economía y Finanzas para el desarrollo de la Argentina) realizado en coautoría con su colega, Elisabetta Montanaro, también de la Universidad de Siena. En el panel, que disertó en el auditorio Doctor Arturo Jauretche del Banco Provincia de Buenos Aires participaron también el Vicepresidente de la Comisión de Valores y miembro del grupo Fénix, Licenciado Alejandro Vanoli y el director del Programa de Análisis Estratégico de la Fundación Pro Buenos Aires, el economista Luis Fontino.

Durante su alocución Mario Tonveranochi comenzó por contextualizar la crisis financiera actual como una más de las que se vienen desatando periódicamente desde los años 70 “por lo cual sería un grave error abordarla como un hecho aislado” y agregó: “la raíz se encuentra en los procesos de liberalización financiera de ahí la importancia que cobra abordar la arquitectura de las reglamentaciones y los controles que recaen sobre las entidades dedicadas a las finanzas” como da cuenta su trabajo.

El catedrático italiano afirmó que la intermediación de las entidades financieras - bancos, fondos de inversión - “no está reglamentada y donde dichas reglamentaciones existen está limitada a la defensa del inversor” dando como resultante que las economías reales queden expuestas al flujo de capitales de alta volatilidad que con la misma velocidad que irrumpen en un mercado creando burbujas, se retiran de los mismos.

Haciendo un análisis de cuales fueron las visiones históricas que intentaban dar respuesta a esta problemática, distinguió los enfoques tradicionales de la ortodoxia económica que trasunta por la idea de un mercado que supuestamente autorregula sus propias crisis, y la visión que deviene de las recomendaciones del comité de Basilea que sugieren a las economías, la conformación de “colchones” anticíclicos que amortigüen el impacto de las crisis. En ese sentido señaló que en el mejor de los casos los “colchones” pueden atenuar las crisis, pero no evitar el surgimiento de las mismas y de lo que se trata es de “reestructurar un sistema financiero que limite definitivamente instrumentos e instituciones financieras de alto riesgo”.

“No puede ser que un banco tenga una tasa de ganancia mayor que Microsoft” ejemplificó. No obstante relativizó el rol que en las crisis juegan las ganancias de banqueros, para insistir que el problema radica en las reglamentaciones financieras vigentes que le permiten obtener dichas utilidades: “ En estos momentos los banqueros y financistas son vistos como los máximos responsables de la actual crisis mundial por sus exorbitantes ganancias y por la liviandad en el otorgamiento de créditos , pero los banqueros no hacen otra cosa que lo que las reglamentaciones vigentes le permiten hacer” .

Respecto a las llamadas economías emergentes aconsejó tomar la iniciativa en este tema ya que “No serán los países centrales quienes generen jurisprudencia más estricta. Dicha iniciativa debe salir de decisiones políticas de los países emergentes dándole mayor poder a la jurisprudencia local, considerando aspectos tales como la idiosincrasia y la elasticidad para manejarse en procesos que son por naturaleza dinámicos en el tiempo”.

A su turno el Licenciado Alejandro Vanoli, coincidió con el diagnóstico de Tonveronachi poniendo de relieve algunos aspectos adicionales que han agudizado la última crisis como por ejemplo la privatización de los contralores, léase calificadoras de riesgo y agregando como factor de agudización el sistema de rescates implementado a posteriori del inicio del crack.

Advirtió que el “margen político para acentuar controles sobre los productos financieros complejos se estrecha en la medida que pasa el tiempo y se instala la idea de que la crisis va siendo superada”. Por último destacó el valor del trabajo de los académicos italianos que no se redujo a la descripción de un diagnóstico, sino a la generación de propuestas concretas que le den una solución estructural a las crisis financieras periódicas.

El tercer integrante del panel el Lic. Luis Fortino, subrayó la necesidad de generar herramientas reglamentarias que impidan que las crisis financieras se trasladen a la economía real. “Cuando irrumpen las crisis financieras lo primero que ocurre es el corte del flujo de dinero que afecta directamente los gastos operativos de las empresas y particulares como consecuencia de los cuales se produce el corte de la cadena de pagos”, explicó. “La solución – agregó - es que existan entidades financieras que actúen solo en la economía real. Bancos comerciales que se remitan a la administración y vehiculización de los ahorros transaccionales de empresas y particulares. Insertos en la economía real y circunscribiendo su actividad dentro de ella, para distinguirse claramente de entidades financieras tales como bancos de inversión, cuyo rol sea el de operar exclusivamente con inversiones de mayor riesgo.

Cerró la exposición el economista Mario Tonveronachi quien sugirió un cambió radical en el modo de inversión del capital extranjero en los países emergentes. En donde dichos capitales vayan solo a inversión directa sobre las empresas ¨:

“El interés de dichas economías – las emergentes - debe ser generar un sistema financiero para su propio desarrollo y no ser una plaza de inversión coyuntural de los ahorros de los jubilados europeos” finalizó.
Daniel Calabrese