Un México “mercosurizado” equilibra fuerzas en el hemisferio

La presencia de México en el Mercosur es tan importante que puede servir para “mexicanizar” al Mercosur o para “mercosurizar” a México. El dilema dependerá de las condiciones que fije el tratado de libre comercio, que puede transformarse en un instrumento de fortaleza del Mercosur, pero también devenir en un adelanto del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Si el tratado implica concretar soberanías estatales, puede ser positivo para la región. Si implica las mismas facilidades que piden los EEUU para el ALCA, estaríamos practicando un camino inverso al que se pretende, que es el de equilibrar la región. Porque el hemisferio necesita mayor equilibrio de fuerzas. Lo explicó el ex presidente de la Comisión Parlamentaria Conjunta (CPC), Carlos Raimundi en entrevista con MercosurABC. El ex parlamentario también discurrió por algunos aspectos institucionales del proyecto de integración, como la necesidad de atender a la calidad e idoneidad de las nuevas estructuras supranacionales que surjan, como el Parlamento del Mercosur. Resaltó además la importancia de extender las mediciones del impacto económico de la integración al impacto social. “Que se proyecte una medición en el tiempo de cuánto mejoraría la calidad de vida concreta de cada ciudadano del Mercosur en el caso de que se acuerde una carta de derechos sociolaborales, el acuerdo migratorio, o se establezca un régimen previsional común o por lo menos compatible”, sostuvo el ex presidente de la Comisión Parlamentaria Conjunta en la entrevista.


La presencia de México en el Mercosur es tan importante que puede servir para “mexicanizar” al Mercosur o para “mercosurizar” a México. Me refiero a que puede ser un intento de desbloquear a México del Nafta, que tenía una estrategia unilateral, unívoca. Desde el año 93, entra en vigor el 1º de enero del ´94, el mismo día de Chiapas. Tuvo una estrategia muy volcada a su condición de país de América del Norte. Este otro convenio lo trae a una condición de país latinoamericano. Ahí tendríamos que evitar las tensiones y recuperar el rol de México para América Latina. El cómo, va a depender de las condiciones que fije el tratado, o sea que el tratado de libre comercio sea un instrumento de fortaleza del Mercosur, y que no sea un adelanto del ALCA. Hay que evitar que como se demora la firma del acuerdo hemisférico total, lleguemos a él por vía de una sucesión inacabable de libre comercio entre las partes, pero que en definitiva implique una concreción implícita del ALCA. Para eso va a haber que analizar las condiciones del tratado, si son de apertura comercial pero al mismo tiempo un cuestionamiento frente a la deuda, frente a los controles financieros, un posicionamiento frente a la dependencia tecnológica de los países.

Si el tratado implica concretar soberanías estatales, puede ser positivo para la región. Si implica las mismas facilidades que piden los EEUU para el ALCA, ahí me parece que estaríamos practicando un camino inverso al que se pretende, que es el de equilibrar la región. Porque el hemisferio necesita mayor equilibrio de fuerzas.

¿No hay una diferencia entre los tratados bilaterales que firma EEUU en estos temas con los países centro americanos? ¿Este tratado no iría más en la dirección de la Comunidad Sudamericana, el antiguo proyecto ALSA de Brasil?

Depende de las características de ese tratado. Yo creo que sí hay una diferencia, pero puede ser utilizada o desaprovechada por los líderes políticos de la región. EEUU no firma tratados bilaterales de libre comercio, firma tratados políticos que incluyen al libre comercio pero que al mismo tiempo incluyen cuestiones como la transferencia de tecnología, de patentes de propiedad intelectual, temas ambientales, y es en esas cláusulas donde alerto que se trate de una defensa del proceso latinoamericano y no de una subordinación a un ALCA anticipado.

La inclusión de Venezuela puede ser también un giro para el Mercosur interesante...

Sí, yo creo en el eje sudamericano, contando con liderazgos como el de Chávez y el de Lula, y espero que Duhalde y Kirchner jueguen el mismo papel.

El Mercosur interno

En estos días se produjeron medidas comerciales en respuesta a demandas de sectores productivos específicos de Argentina. ¿Cómo se compatibiliza la necesaria protección industrial con el librecomercio intraMercosur?

Lo que pasa es que Argentina está pagando en este momento las consecuencias de haber desmantelado su sistema productivo y de haber firmado acuerdos absolutamente neoliberales. En el caso de Brasil no fue así. Brasil ahora protesta porque estaba acostumbrado a un esquema donde este país protegía su industria e imponía condiciones a la Argentina que su vez desprotegía la suya. Cuando la Argentina empieza a tratar de proteger algunos nichos productivos, indudablemente irrita la relación con Brasil, y de alguna manera menoscaba el valor de iniciativas como la del Parlamento, como la de la moneda única, pero yo creo que es una transición que tenemos que pasar. La transición de un estilo argentino de improvisación neoliberal a un estilo argentino de planificación productiva, y esas cosas llevan un tiempo de acomodamiento cultural entre las partes.

En estas semanas se producirá una reunión entre Lavagna y el Ministro de Economía brasileño para diseñar una política industrial común...

Así es, en definitiva se trata de concretar los enunciados que tantas veces se plantearon de coordinación de políticas macroeconómicas; ahora tenemos un sistema cambiario compatible y tenemos gobiernos que no se dicen a sí mismos neoliberales. A partir de esto hay que coordinar políticas comunes. Los ministros tienen que tener la envergadura política suficiente como para saber que se están sentando en esa mesa de discusión en una doble condición. Por un lado, la condición de representante de sus respectivos sectores productivos, pero al mismo tiempo representantes de un proyecto de alianza estratégica como es el Mercosur. Tienen que mirar el papel de sus industrias en función de una inserción mundial, no de una inserción de cuotas internas. Por eso yo creo siempre más en los proyectos de complementación y no en la competencia interna. Porque si no hay visión supranacional, no hay acuerdos entre visiones supranacionales.

¿En qué medida una estructura supranacional del Mercosur ayudaría a morigerar los conflictos que actualmente se están desarrollando?

Creo que éste es un proceso que no se puede agotar en las buenas intenciones o en instituciones surgidas de acuerdos de cúpula. La visión supranacional va a tener éxito si cala en las sociedades, y creo que ahí está muy demorado el Mercosur. Se trata de demostrar a nuestros respectivos ciudadanos que pertenecer al Mercosur mejora su vida. Esto sí sucede en Europa, porque cuando uno hace trámites migratorios, académicos, previsionales, prima la condición de ciudadano comunitario y no de nacional. En el Mercosur sigue primando la condición de ciudadanos nacionales.

El impacto social de la integración

Por ello yo estoy insistiendo hace mucho tiempo en concretar un proyecto. Así como se ha estudiado el impacto económico de la integración, medir su impacto social. Es decir, que se proyecte una medición en el tiempo de cuánto mejoraría la calidad de vida concreta de cada ciudadano del Mercosur en el caso de que se acuerde una carta de derechos sociolaborales, de que se concrete el acuerdo migratorio, de que se establezca un régimen previsional común o por lo menos compatible. De tal manera de lograr que por ejemplo, si una persona que trabaja en una firma en Buenos Aires, es contratada por su similar en Porto Alegre, esa persona no tenga problemas para trasladar a sus hijos a una escuela en Brasil, que tenga resuelto su problema previsional, etc. Es decir, que se concrete el principio de libre circulación de personas que está consignado en el Tratado de Asunción pero nunca se concretó, y que es lo que realmente mejora la calidad de vida cotidiana de los ciudadanos del Mercosur.

Entonces, cuando los ciudadanos del Mercosur sintamos que pertenecer a un acuerdo regional nos mejora la vida y nos la simplifica, las autoridades van a tener el camino mucho más allanado para plantear instituciones supranacionales. Hay que evitar que avanzar por ejemplo hacia un Parlamento, o una visión supranacional, termine trasladando al Parlamento Mercosur el mismo rencor que la gente tiene hoy con los Parlamentos Nacionales. Para eso hay que hacer una mejora de calidad institucional muy grande en aspectos muy concretos, que van más allá de las declaraciones políticas. Un Parlamento más eficaz, con parlamentarios creíbles, capacitados. Hasta ahora esto ha sido ejercido en condiciones muy precarias, sin un elenco de expertos permanentes, con diputados y senadores que nos ocupamos de la tarea del Mercosur subsidiariamente, porque al ser legisladores nacionales y no supranacionales (como sucede en Europa) tenemos que atender también los problemas domésticos, los electorales, y todas estas cosas interfieren en una mayor eficacia parlamentaria del Mercosur.

O sea que un próximo paso podría ser plantear la creación de un Parlamento bajo nuevas condiciones de idoneidad.

Conceptualmente coincido en la creación del Parlamento, pero de calidad. Creo que va a ser muy difícil crear un Parlamento Mercosur de calidad cuando partimos de Parlamentos nacionales de baja calidad. Tenemos que mejorar el estándar global de la calidad de las instituciones del Mercosur. En este sentido Brasil está muy adelantado, que se comprueba con sólo ver la infraestructura que maneja su Parlamento en relación con el argentino. Ni qué hablar si se compara a Brasil con Paraguay.

Creo que se va a avanzar un poco con la instrumentación del mecanismo de consulta que el Consejo del Mercado Común ha firmado con la Comisión Parlamentaria Conjunta del Mercosur. Hay un convenio firmado en el año 2003 que establece un mecanismo de consulta no vinculante entre el CMC y la CPC. El Protocolo de Ouro Preto es muy leve en la jerarquía que le brinda a la Comisión Parlamentaria Conjunta, y si a eso le sumamos el gran desprestigio interno de los Parlamentos, y que a los Ejecutivos les interesa negociar rápido; de esta manera los Parlamentos quedan excluidos de las decisiones. Es un error, porque hay muchas de estas decisiones que necesitan aprobación parlamentaria y si el gobierno desoye al Parlamento en el proceso previo, después le cuesta lograr la aprobación de estas decisiones por ley. En cambio, dándoles participación previa, mejoraría el proceso de incorporación de muchas normativas del Mercosur. Hoy tenemos un nivel de aprobación de normas del Mercosur inferior al 50% de la totalidad de las normas aprobadas, y este déficit se intensifica mucho cuando se trata de normas que necesitan aprobación legislativa.

GB