Un proyecto de encadenamiento productivo entre empresas argentinas y chilenas
La firma de 19 acuerdos comerciales con 55 países en los últimos años le ha dado a Chile la oportunidad de llegar con su oferta a un mercado mundial de 4.000 millones de habitantes sin pagar aranceles en muchos casos, o con tasas muy convenientes en otros. Pero también le planteó el desafío de salir a buscar complementariedades con sus vecinos para poder responder a esa demanda, y claramente Argentina aparece como candidato natural para crear ese entramado productivo. Las empresas argentinas pueden participar de esa oportunidad a través de acuerdos de encadenamiento productivo con sus pares chilenas. Rodrigo Contreras (DIRECON) y Hugo Baierlein (SOFOFA) explicaron en un seminario realizado en la Embajada de Chile en Buenos Aires cuáles son los rubros con mayor potencialidad, entre los que se destacó el comercio de autopartes.
La firma de 19 acuerdos comerciales con 55 países en los últimos años le ha dado a Chile la oportunidad de llegar con su oferta a un mercado mundial de 4.000 millones de habitantes sin pagar aranceles en muchos casos, o con tasas muy convenientes en otros. Pero también le planteó el desafío de salir a buscar complementariedades con sus vecinos para poder responder a esa demanda, y claramente Argentina aparece como candidato natural para crear ese entramado productivo. Las exportaciones argentinas a Chile crecieron a un ritmo de 28% promedio en los últimos cinco años, mientras que ese país significa el 9% de las ventas externas de Buenos Aires; el 4% para Santa Fe y un 6% para Córdoba. En tanto, los envíos de Chile a la Argentina se incrementaron en torno al 75% en el mismo período, si bien en cantidades, Argentina lo supera cinco veces. Y ambas naciones tienen varios mercados en común para colocar sus productos. El 41% de lo que Chile exporta va al mercado asiático, seguido por la Unión Europea con el 25%, en tanto el NAFTA y el Mercosur se llevan el 18% y 7% respectivamente.
Bajo esas condiciones, los Tratados de Libre Comercio (TLCs) vigentes en Chile le abren las puertas a naciones de América latina en el marco de la ALADI, del Mercosur, además de EE.UU., México y la Unión Europea. Sin embargo, la promesa es Asia, actual eje de la dinámica económica mundial, con un rol protagónico para China, Corea del Sur, India, y Japón. En este escenario, acceder a los países asiáticos a través de un TLC implica un valor agregado enorme teniendo en cuenta los altísimos aranceles que rigen en esa región del planeta.
El jefe del Departamento de Mercados de la Dirección Económica de la Cancillería chilena, Rodrigo Contreras, participó en el seminario "Oportunidades de Negocios para empresas de Argentina y Chile", que se realizó el 2 y 3 de septiembre en la Embajada del país trasandino en la ciudad de Buenos Aires. Allí resaltó que Argentina y su vecino coinciden en destinos de exportación fundamentales como son China, EE.UU., México y Corea -el quinto mercado para las colocaciones chilenas-, y explicó que el problema que se presenta para Chile es la falta de escala y oferta suficientes para enfrentar la creciente demanda de todos estos mercados. “Sin embargo, podemos encadenarnos para abordar estas oportunidades y compartir los beneficios que significan estos acuerdos", sostuvo. En sintonía, Hugo Baierlein, gerente de Comercio Exterior de Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA), reconoció que "nos falta productos para poder satisfacer la demanda que se nos presenta y como solos no vamos a poder, invitamos a socios para que salgan con nosotros a terceros mercados”.
Una vez que se toma la decisión de encarar un proyecto de encadenamiento, Contreras menciona dos aspectos a tener en cuenta. Uno de ellos es tomar en consideración que, para aprovechar la ventaja arancelaria de los TLCs de Chile, se debe cumplimentar un proceso mínimo de transformación del producto en el país trasandino para que esa mercadería pueda ser exportada a países de destino con los que Chile tiene acuerdos.
Otro ítem a analizar son las reglas de origen que se aplica a cada producto que ingresa a Chile, asi como las reglas de los países de destino. La norma de origen determina cuál es el procesamiento y los requisitos para que un producto pueda acceder al mercado chileno con la preferencia arancelaria. Por ejemplo, Baierlein explicó que en muchos casos la legislación chilena exige que los productos para exportar en el marco de un tratado sean obtenidos en ese país –cosechados, criados, extraídos- con lo cual allí no es posible hacer una alianza estratégica con una empresa argentina sino que dicha firma tendría que instalarse en territorio chileno. En otros casos, se establece que el producto debe ser elaborado sólo con insumos chilenos o del país de destino, por lo que tampoco cabe la posibilidad de importar insumos argentinos para procesarlos. Solamente es posible establecer alianzas cuando se prevé utilizar insumos importados de terceros países.
Una modalidad para bajar a la práctica esta asociatividad es buscar un socio en Chile, camino factible sobre todo para Pymes argentinas. Los lazos con este socio permitiría cumplimentar la legislación chilena que exige un procesamiento mínimo del producto o servicio dentro de ese país para gozar de las preferencias arancelarias. La otra alternativa es invertir en Chile instalando una filial de la empresa argentina para que sea esta misma la que lleve a cabo el procesamiento mínimo. Contreras advirtió que ese esquema reviste mayor complejidad y requiere un mayor estudio de la legislación tributaria.
“A su vez, hay algunos mitos a dejar de lado –subrayó- Uno de ellos es la creencia de que esta complementación supone un desvío de la producción que la compañía exporta habitualmente a otro lugar, para redireccionar esa parte a Chile. Claramente, no es la idea, al contrario: se trata de agregar producción, crear comercio, producir por ejemplo un 20% más para aplicarlo a otro mercado, aprovechando las ventajas que tiene Chile en estos mercados a través de los TLCs que ha firmado”, aclaró.
Tampoco se trata de interrumpir la cadena productiva que esa empresa tiene montada en Argentina para enviar a Chile esas partes y finalizar el proceso en ese país. “Se trata de mandar productos finales que, una vez ingresados a Chile, tengan alguna transformación”, detalló.
Bajo esas condiciones, los Tratados de Libre Comercio (TLCs) vigentes en Chile le abren las puertas a naciones de América latina en el marco de la ALADI, del Mercosur, además de EE.UU., México y la Unión Europea. Sin embargo, la promesa es Asia, actual eje de la dinámica económica mundial, con un rol protagónico para China, Corea del Sur, India, y Japón. En este escenario, acceder a los países asiáticos a través de un TLC implica un valor agregado enorme teniendo en cuenta los altísimos aranceles que rigen en esa región del planeta.
El jefe del Departamento de Mercados de la Dirección Económica de la Cancillería chilena, Rodrigo Contreras, participó en el seminario "Oportunidades de Negocios para empresas de Argentina y Chile", que se realizó el 2 y 3 de septiembre en la Embajada del país trasandino en la ciudad de Buenos Aires. Allí resaltó que Argentina y su vecino coinciden en destinos de exportación fundamentales como son China, EE.UU., México y Corea -el quinto mercado para las colocaciones chilenas-, y explicó que el problema que se presenta para Chile es la falta de escala y oferta suficientes para enfrentar la creciente demanda de todos estos mercados. “Sin embargo, podemos encadenarnos para abordar estas oportunidades y compartir los beneficios que significan estos acuerdos", sostuvo. En sintonía, Hugo Baierlein, gerente de Comercio Exterior de Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA), reconoció que "nos falta productos para poder satisfacer la demanda que se nos presenta y como solos no vamos a poder, invitamos a socios para que salgan con nosotros a terceros mercados”.
Una vez que se toma la decisión de encarar un proyecto de encadenamiento, Contreras menciona dos aspectos a tener en cuenta. Uno de ellos es tomar en consideración que, para aprovechar la ventaja arancelaria de los TLCs de Chile, se debe cumplimentar un proceso mínimo de transformación del producto en el país trasandino para que esa mercadería pueda ser exportada a países de destino con los que Chile tiene acuerdos.
Otro ítem a analizar son las reglas de origen que se aplica a cada producto que ingresa a Chile, asi como las reglas de los países de destino. La norma de origen determina cuál es el procesamiento y los requisitos para que un producto pueda acceder al mercado chileno con la preferencia arancelaria. Por ejemplo, Baierlein explicó que en muchos casos la legislación chilena exige que los productos para exportar en el marco de un tratado sean obtenidos en ese país –cosechados, criados, extraídos- con lo cual allí no es posible hacer una alianza estratégica con una empresa argentina sino que dicha firma tendría que instalarse en territorio chileno. En otros casos, se establece que el producto debe ser elaborado sólo con insumos chilenos o del país de destino, por lo que tampoco cabe la posibilidad de importar insumos argentinos para procesarlos. Solamente es posible establecer alianzas cuando se prevé utilizar insumos importados de terceros países.
Una modalidad para bajar a la práctica esta asociatividad es buscar un socio en Chile, camino factible sobre todo para Pymes argentinas. Los lazos con este socio permitiría cumplimentar la legislación chilena que exige un procesamiento mínimo del producto o servicio dentro de ese país para gozar de las preferencias arancelarias. La otra alternativa es invertir en Chile instalando una filial de la empresa argentina para que sea esta misma la que lleve a cabo el procesamiento mínimo. Contreras advirtió que ese esquema reviste mayor complejidad y requiere un mayor estudio de la legislación tributaria.
“A su vez, hay algunos mitos a dejar de lado –subrayó- Uno de ellos es la creencia de que esta complementación supone un desvío de la producción que la compañía exporta habitualmente a otro lugar, para redireccionar esa parte a Chile. Claramente, no es la idea, al contrario: se trata de agregar producción, crear comercio, producir por ejemplo un 20% más para aplicarlo a otro mercado, aprovechando las ventajas que tiene Chile en estos mercados a través de los TLCs que ha firmado”, aclaró.
Tampoco se trata de interrumpir la cadena productiva que esa empresa tiene montada en Argentina para enviar a Chile esas partes y finalizar el proceso en ese país. “Se trata de mandar productos finales que, una vez ingresados a Chile, tengan alguna transformación”, detalló.
Silvia Martínez, mercosurabc