Uruguay le dijo no al TLC

El presidente de Uruguay, Tabaré Vásquez, optó por rechazar la negociación de un TLC con Estados Unidos el jueves pasado, luego de una reunión con ocho ministros de áreas vinculadas a dichas tratativas. Argumentó que la propuesta presentada por la administración Bush, de negociar un TLC como el que se acordó con Perú, habida cuenta que la vía rápida para aprobación de acuerdos comerciales en el Congreso norteamericano (TPA), vence en junio de 2007, no permitiría disponer del tiempo suficiente para analizar los temas involucrados en la negociación. En la decisión del presidente uruguayo han sido determinantes las presiones internas y el peligro de escisión del Frente Amplio, así como el costo político de abandonar el Mercosur como socio pleno. Es sabido que los TLC vulneran las normativas de los esquemas de integración. Sus socios le habían planteado claramente dichas incompatibilidades, semanas atrás.


Por eso, en lugar de negociar el TLC, se ha optado por alcanzar un esquema comercial limitado al intercambio de bienes, en el marco del denominado Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones (TIFA por sus siglas en inglés). Este tipo de Acuerdos forman parte de los mecanismos que dispone el gobierno norteamericano para países que, por múltiples razones, no pueden llevar adelante las negociaciones para suscribir los TLC.

A diferencia de un TLC, un acuerdo de ese tipo no incluye obligatoriamente capítulos referidos a la propiedad intelectual, trato nacional a los extranjeros en las compras gubernamentales y otros temas sensibles. Este mecanismo permitiría el ingreso preferencial de algunos productos uruguayos al mercado estadounidense y viceversa.

El presidente uruguayo ha señalado que este nuevo camino de negociación "no lesiona el Arancel Externo Común del Mercosur, que es el corazón del bloque". Esto es cierto, mientras la negociación se realice conjuntamente con los otros socios. Un tratado de liberalización comercial que realice cualquier país que forma parte de una unión aduanera, con otro, lesiona el arancel externo común del bloque. En África, por ejemplo, Estados Unidos ha firmado un TIFA, al menos con un bloque regional: la Unión Económica y Monetaria de África Occidental.

Los TIFA, junto a los Tratados Bilaterales de Inversiones –que Uruguay aprobó en diciembre de 2005 y recientemente el Congreso norteamericano– constituyen un paso previo para avanzar en la firma de los TLC. Según la Heritage Foundation, estos dos tipos de acuerdos tienen un rol fundamental en la construcción de la institucionalidad política y económica, así como de infraestructura en los países que lo suscriben, y allanan el camino para la firma futura de un TLC con Estados Unidos.

A la fecha, el país del norte tiene vigentes TLC con 15 países en el mundo. Otros tres se encuentran a la espera de ser aprobados por el Congreso norteamericano, entre ellos, Perú. A su vez, el gobierno norteamericano ha suscrito 30 TIFA con países de África y Asia (no hay antecedentes de estos acuerdos en América Latina) y 46 tratados bilaterales de garantías recíprocas a las inversiones, entre ellos, varios latinoamericanos. Estos tratados bilaterales de inversión son parte fundamental de los TLC.

Los acuerdos suscritos por Estados Unidos con países en desarrollo, socavan algunos principios de la OMC, pues parte de los principios que los rigen, no han sido aprobados en el ámbito multilateral. Las corporaciones norteamericanas, y también las europeas, impulsan un modelo de inserción de las economías subdesarrolladas al mundo, en el que abogan por la liberalización total del mercado, el retiro del Estado como ente promotor y compromisos de los gobiernos para desregular y privatizar las actividades económicas.

El secretario de la Organización de Estados Iberoamericanos y ex presidente del BID, Enrique Iglesias, considera que la decisión del presidente uruguayo de no negociar un TLC es prudente y positiva, pues “los tiempos eran muy breves y podían causar realmente dificultades internas y externas.” La opción del presidente Vásquez por rechazarla, deja abierta la posibilidad de buscar nuevas formas de inserción a partir del esquema de integración subregional. Ello pone un freno a las intenciones norteamericanas de avanzar en la instrumentación de su modelo, sin límite alguno, en la región.


Ariela Ruiz Caro*, consultora de Naciones Unidas
*ariela@independiente.com

Ariela Ruiz Caro