Aumenta la tendencia a la integración productiva en cadenas de valor
Una tendencia que está transformando considerablemente el mapa productivo y el comercio internacional es la fragmentación geográfica de la producción, que cada vez más se estructura en las denominadas cadenas de valor, sostiene un reciente estudio de CEPAL. Medida en términos de participación de los bienes intermedios en las exportaciones totales, la inserción de América Latina y el Caribe en las cadenas globales de valor carece del dinamismo que se observa en otras regiones, sobre todo Asia.
En la región, las pymes concentran entre el 58% y el 88% de las empresas exportadoras, y entre el 6% y el 8% del valor exportado. Su aporte al empleo exportador directo es aproximadamente el doble de su participación en los envíos totales. Las pymes exportadoras de la región, al ser más intensivas en empleo, generan más puestos de trabajo por dólar exportado que las grandes empresas. A ello cabe agregar su aporte indirecto al empleo exportador. Por ejemplo, las pymes participan indirectamente en el comercio exterior como proveedoras de bienes y servicios a grandes empresas exportadoras o mediante la venta de su producción a intermediarios que posteriormente la comercializan en los mercados internacionales.
La internacionalización de las pymes es aún relativamente baja en la región. Estas empresas enfrentan restricciones de capital humano, problemas de gestión estratégica y costos fijos relativamente mayores para acceder a los mercados externos. Asimismo, tienen una menor capacidad que las empresas más grandes para satisfacer los requerimientos que se les aplican en diversos mercados de destino (por ejemplo, normas de calidad, sanitarias, fitosanitarias y de sustentabilidad ambiental). Estas dificultades, sumadas al predominio de los sectores intensivos en capital y recursos naturales en las exportaciones de la región, hacen que la participación directa de las pymes en el valor total exportado sea bastante baja.
Las perspectivas de la economía mundial para el resto de la presente década sugieren un cuadro de bajo dinamismo en los países industrializados, sostiene un reciente estudio de CEPAL. Esta situación refuerza la tendencia de largo plazo hacia una creciente participación de las economías en desarrollo en las distintas variables de la economía mundial. Otra tendencia que está transformando considerablemente el mapa productivo y el comercio internacional es la fragmentación geográfica de la producción, que cada vez más se estructura en las denominadas cadenas de valor. Estas se caracterizan por intensos flujos de comercio de bienes intermedios y servicios, así como de inversiones extranjeras directas. Variables como la infraestructura física y de servicios, la conectividad y la logística son cruciales para el adecuado funcionamiento de esta forma de producción.
Medida en términos de participación de los bienes intermedios en las exportaciones totales, la inserción de América Latina y el Caribe en las cadenas globales de valor carece del dinamismo que se observa en otras regiones, sobre todo Asia. En 2011, la participación de estos bienes en las exportaciones de la región al mundo (9,5%), si bien superior a la registrada al inicio de la década de 1990, es considerablemente inferior a la existente a inicios de la década de 2000 (véase el cuadro 2). Esto refleja la fuerte pérdida de dinamismo de las exportaciones regionales de bienes intermedios durante la última década: mientras estas crecieron un 19% al año entre 1990 y 2000, su expansión fue de solo un 6% al año entre 2000 y 2011. La desaceleración fue más marcada en los casos de México, el principal exportador regional de bienes intermedios (un 31% en comparación con un 5%), y Centroamérica (un 29% en comparación con un 7%).
Dos tercios de las exportaciones de bienes intermedios de América Latina y el Caribe se dirigen a los Estados Unidos. Sin embargo, si se excluye a México, el 54% de las exportaciones de bienes intermedios de la región tienen como destino el propio mercado regional. Esto da cuenta de las distintas dinámicas subregionales: mientras que para las economías de América del Sur el mercado intrarregional es más importante que el extrarregional, lo opuesto ocurre en el caso de México,
Centroamérica y el Caribe, economías cuya estructura productiva y exportadora está claramente orientada al mercado de los Estados Unidos.
En 2011 los bienes intermedios representaron un 9,5% de las exportaciones de América Latina y el Caribe a la propia región, la misma proporción que tuvieron en las exportaciones totales de esta al mundo. Este hecho resulta notable, si se tiene en cuenta que la proporción de manufacturas es muy superior en las exportaciones intrarregionales que en las extrarregionales. En otras palabras, la mayor proporción del comercio manufacturero dentro de la región no se traduce en más comercio intrarregional de bienes intermedios. Esa dinámica constituye un indicio de un bajo nivel de integración productiva, pues sugiere que los bienes manufacturados que se comercian entre las economías de la región son en su mayoría elaborados íntegramente en el país que los exporta.
México y algunos países centroamericanos y caribeños son las economías de la región que muestran un mayor grado de inserción en cadenas de valor, sobre todo a través de las maquiladoras y las actividades productivas localizadas en las zonas francas de procesamiento para la exportación. Los casos en que esa participación coincide con altos niveles de agregación local de valor son aún relativamente escasos.
Asimismo, para muchos países centroamericanos y caribeños, los acuerdos adoptados en el marco de la OMC implican que a partir de 2016 se pondrá a prueba la capacidad de las zonas francas de exportación de mantener su contribución a las exportaciones, dado que a partir de ese año se verá seriamente restringida la posibilidad de otorgar incentivos fiscales ligados al desempeño exportador a las empresas radicadas en esas zonas.
A partir del análisis de las matrices de insumo producto de seis países de la región, se constata que el empleo asociado a las exportaciones representa un porcentaje significativo y creciente del empleo total (entre el 11% y el 24%).
Con excepción de la Argentina y Chile, el empleo exportador indirecto (es decir, el asociado a los bienes y servicios utilizados como insumos por los sectores exportadores) fue más dinámico que el directo y aumentó su participación en el empleo exportador total. Mientras que en la Argentina, el Brasil y el Uruguay por cada empleo directo asociado a las exportaciones se genera más de un empleo indirecto, en Chile, Colombia y México la relación es netamente inferior a uno.
En los seis países analizados, se destaca un grupo de sectores manufactureros con una gran densidad de empleo exportador indirecto. Estos son los sectores de alimentos, bebidas y tabaco, química y farmacia, automotriz, maquinaria y equipos y madera, celulosa y papel. Todas estas actividades tienen como característica común su alta participación en las exportaciones intrarregionales. Al mismo tiempo, tienen alta proporción de mano de obra y mayores niveles de encadenamiento con otros sectores, por lo que generan más empleo exportador, especialmente indirecto. Se destacan en particular los casos del sector de alimentos, bebidas y tabaco en el Brasil (5,6 empleos indirectos por cada empleo directo) y del sector de química y farmacia en México (4,3 empleos indirectos por cada empleo directo).
En 14 países de América Latina y el Caribe, que representan casi el 95% de las exportaciones totales de la región, existían unas 114.000 empresas exportadoras en 2011. El 32% de ellas se localizan en México, el 19% en el Brasil y el 11% en la Argentina. El total de empresas exportadoras de la región creció un 15% entre 2002 y 2011, y en varios países la tasa de crecimiento del número de exportadoras ha sido más elevada que la del total de empresas, especialmente en aquellos que han aplicado de manera consistente una política de desarrollo del sector exportador. Sin embargo, esta tendencia se vio afectada por la crisis de 2009. En efecto, en varias de las economías de mayor tamaño de la región, como la Argentina, el Brasil, Chile y Colombia, el número de empresas exportadoras aún no recuperaba en 2011 su nivel anterior a la crisis de 2008. Cabe destacar que el total de empresas exportadoras de toda la región es similar al de un país como España o Francia.
Participación Pyme
En la región, la proporción de empresas que participan en las exportaciones continúa siendo muy pequeña. Hacia 2010, la proporción de las empresas exportadoras con respecto al total de empresas se mantuvo por debajo del 2% en la mayoría de los países de la región, siendo inferior al 1% en muchos de ellos . Estos porcentajes son bajos en comparación con los de varios países desarrollados y economías asiáticas emergentes.
En muchos países de la región, el sector exportador presenta una elevada concentración de los envíos en pocas empresas, generalmente de gran tamaño y vinculadas a los recursos naturales.
La primera medición de las empresas exportadoras concentra una proporción superior al 70% de los envíos totales en la Argentina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Chile, Colombia, México, el Paraguay, el Perú y Venezuela (República Bolivariana de). Solo Panamá y el Uruguay presentan un nivel de concentración similar al existente en los países desarrollados.
En la región, los niveles de concentración se elevaron a causa del aumento de los precios de los productos básicos durante la mayor parte de la década pasada. En efecto, más del 80% de las grandes empresas exportadoras de la región están vinculadas a la explotación y el procesamiento de recursos naturales. Las empresas exportadoras de América Latina y el Caribe presentan una gran heterogeneidad y una elevada rotación (especialmente las pequeñas). Del total de empresas exportadoras de la región, alrededor del 30% registran exportaciones por varios años ininterrumpidos (entre cinco y siete).
La excepción relativa es Costa Rica, donde la proporción de empresas exportadoras en el total ronda el 4%. En Panamá, el primer percentil de las empresas exportadoras concentra el 46,9% del valor exportado total. Proporcionalmente, el número de exportadoras es más elevado en el caso de las grandes empresas que en el caso de las pymes.
Aunque ha aumentado ligeramente la cantidad de empresas que exporta más de un producto a más de un destino, el predominio de la empresa monoexportadora a un solo destino se mantiene en la región. Sobre un universo de aproximadamente 108.000 empresas exportadoras existentes en diez países de la región en 2010, unas 39.000 (la mayoría de ellas pymes) exportaron en ese año un solo producto a un solo destino, mientras que solo unas 3.600 (en su mayoría, grandes empresas) exportaron más de diez productos a más de diez destinos. Este patrón es muy similar en todos los países de la región.
La relación entre el crecimiento de las exportaciones y el empleo total es menor en la medida en que existe una alta concentración de las exportaciones, lo que suele coincidir con un menor desarrollo relativo del sector manufacturero. Por ende, reducir la concentración de los envíos y agentes debería constituir un elemento central de cualquier estrategia de diversificación exportadora y de reducción de la heterogeneidad estructural.
La región no es solo el principal destino para la mayoría de las empresas exportadoras, también es hacia donde se envía un mayor número de productos, especialmente de alta tecnología, y donde existe menor concentración de las exportaciones. Más de la mitad de las empresas exportadoras (entre el 55% y el 69%, según si se incluye o no a México) efectúa envíos a la propia región, pese a que hacia ésta solo se dirige un sexto del valor de las exportaciones totales. Para la mayoría de los países, la región representa el menor monto medio exportado por empresa, el mayor promedio de productos exportados por empresa y los menores índices de concentración. Lo contrario ocurre con las exportaciones a China. Los envíos hacia los Estados Unidos comparten algunas de las características de las exportaciones intrarregionales, como una participación de empresas exportadoras (incluidas las pymes) y una generación de empleo (directo e indirecto) relativamente más altas que las de las exportaciones de la región a otros mercados, especialmente Asia.
La internacionalización de las pymes es aún relativamente baja en la región. Estas empresas enfrentan restricciones de capital humano, problemas de gestión estratégica y costos fijos relativamente mayores para acceder a los mercados externos. Asimismo, tienen una menor capacidad que las empresas más grandes para satisfacer los requerimientos que se les aplican en diversos mercados de destino (por ejemplo, normas de calidad, sanitarias, fitosanitarias y de sustentabilidad ambiental). Estas dificultades, sumadas al predominio de los sectores intensivos en capital y recursos naturales en las exportaciones de la región, hacen que la participación directa de las pymes en el valor total exportado sea bastante baja.
Las perspectivas de la economía mundial para el resto de la presente década sugieren un cuadro de bajo dinamismo en los países industrializados, sostiene un reciente estudio de CEPAL. Esta situación refuerza la tendencia de largo plazo hacia una creciente participación de las economías en desarrollo en las distintas variables de la economía mundial. Otra tendencia que está transformando considerablemente el mapa productivo y el comercio internacional es la fragmentación geográfica de la producción, que cada vez más se estructura en las denominadas cadenas de valor. Estas se caracterizan por intensos flujos de comercio de bienes intermedios y servicios, así como de inversiones extranjeras directas. Variables como la infraestructura física y de servicios, la conectividad y la logística son cruciales para el adecuado funcionamiento de esta forma de producción.
Medida en términos de participación de los bienes intermedios en las exportaciones totales, la inserción de América Latina y el Caribe en las cadenas globales de valor carece del dinamismo que se observa en otras regiones, sobre todo Asia. En 2011, la participación de estos bienes en las exportaciones de la región al mundo (9,5%), si bien superior a la registrada al inicio de la década de 1990, es considerablemente inferior a la existente a inicios de la década de 2000 (véase el cuadro 2). Esto refleja la fuerte pérdida de dinamismo de las exportaciones regionales de bienes intermedios durante la última década: mientras estas crecieron un 19% al año entre 1990 y 2000, su expansión fue de solo un 6% al año entre 2000 y 2011. La desaceleración fue más marcada en los casos de México, el principal exportador regional de bienes intermedios (un 31% en comparación con un 5%), y Centroamérica (un 29% en comparación con un 7%).
Dos tercios de las exportaciones de bienes intermedios de América Latina y el Caribe se dirigen a los Estados Unidos. Sin embargo, si se excluye a México, el 54% de las exportaciones de bienes intermedios de la región tienen como destino el propio mercado regional. Esto da cuenta de las distintas dinámicas subregionales: mientras que para las economías de América del Sur el mercado intrarregional es más importante que el extrarregional, lo opuesto ocurre en el caso de México,
Centroamérica y el Caribe, economías cuya estructura productiva y exportadora está claramente orientada al mercado de los Estados Unidos.
En 2011 los bienes intermedios representaron un 9,5% de las exportaciones de América Latina y el Caribe a la propia región, la misma proporción que tuvieron en las exportaciones totales de esta al mundo. Este hecho resulta notable, si se tiene en cuenta que la proporción de manufacturas es muy superior en las exportaciones intrarregionales que en las extrarregionales. En otras palabras, la mayor proporción del comercio manufacturero dentro de la región no se traduce en más comercio intrarregional de bienes intermedios. Esa dinámica constituye un indicio de un bajo nivel de integración productiva, pues sugiere que los bienes manufacturados que se comercian entre las economías de la región son en su mayoría elaborados íntegramente en el país que los exporta.
México y algunos países centroamericanos y caribeños son las economías de la región que muestran un mayor grado de inserción en cadenas de valor, sobre todo a través de las maquiladoras y las actividades productivas localizadas en las zonas francas de procesamiento para la exportación. Los casos en que esa participación coincide con altos niveles de agregación local de valor son aún relativamente escasos.
Asimismo, para muchos países centroamericanos y caribeños, los acuerdos adoptados en el marco de la OMC implican que a partir de 2016 se pondrá a prueba la capacidad de las zonas francas de exportación de mantener su contribución a las exportaciones, dado que a partir de ese año se verá seriamente restringida la posibilidad de otorgar incentivos fiscales ligados al desempeño exportador a las empresas radicadas en esas zonas.
A partir del análisis de las matrices de insumo producto de seis países de la región, se constata que el empleo asociado a las exportaciones representa un porcentaje significativo y creciente del empleo total (entre el 11% y el 24%).
Con excepción de la Argentina y Chile, el empleo exportador indirecto (es decir, el asociado a los bienes y servicios utilizados como insumos por los sectores exportadores) fue más dinámico que el directo y aumentó su participación en el empleo exportador total. Mientras que en la Argentina, el Brasil y el Uruguay por cada empleo directo asociado a las exportaciones se genera más de un empleo indirecto, en Chile, Colombia y México la relación es netamente inferior a uno.
En los seis países analizados, se destaca un grupo de sectores manufactureros con una gran densidad de empleo exportador indirecto. Estos son los sectores de alimentos, bebidas y tabaco, química y farmacia, automotriz, maquinaria y equipos y madera, celulosa y papel. Todas estas actividades tienen como característica común su alta participación en las exportaciones intrarregionales. Al mismo tiempo, tienen alta proporción de mano de obra y mayores niveles de encadenamiento con otros sectores, por lo que generan más empleo exportador, especialmente indirecto. Se destacan en particular los casos del sector de alimentos, bebidas y tabaco en el Brasil (5,6 empleos indirectos por cada empleo directo) y del sector de química y farmacia en México (4,3 empleos indirectos por cada empleo directo).
En 14 países de América Latina y el Caribe, que representan casi el 95% de las exportaciones totales de la región, existían unas 114.000 empresas exportadoras en 2011. El 32% de ellas se localizan en México, el 19% en el Brasil y el 11% en la Argentina. El total de empresas exportadoras de la región creció un 15% entre 2002 y 2011, y en varios países la tasa de crecimiento del número de exportadoras ha sido más elevada que la del total de empresas, especialmente en aquellos que han aplicado de manera consistente una política de desarrollo del sector exportador. Sin embargo, esta tendencia se vio afectada por la crisis de 2009. En efecto, en varias de las economías de mayor tamaño de la región, como la Argentina, el Brasil, Chile y Colombia, el número de empresas exportadoras aún no recuperaba en 2011 su nivel anterior a la crisis de 2008. Cabe destacar que el total de empresas exportadoras de toda la región es similar al de un país como España o Francia.
Participación Pyme
En la región, la proporción de empresas que participan en las exportaciones continúa siendo muy pequeña. Hacia 2010, la proporción de las empresas exportadoras con respecto al total de empresas se mantuvo por debajo del 2% en la mayoría de los países de la región, siendo inferior al 1% en muchos de ellos . Estos porcentajes son bajos en comparación con los de varios países desarrollados y economías asiáticas emergentes.
En muchos países de la región, el sector exportador presenta una elevada concentración de los envíos en pocas empresas, generalmente de gran tamaño y vinculadas a los recursos naturales.
La primera medición de las empresas exportadoras concentra una proporción superior al 70% de los envíos totales en la Argentina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Chile, Colombia, México, el Paraguay, el Perú y Venezuela (República Bolivariana de). Solo Panamá y el Uruguay presentan un nivel de concentración similar al existente en los países desarrollados.
En la región, los niveles de concentración se elevaron a causa del aumento de los precios de los productos básicos durante la mayor parte de la década pasada. En efecto, más del 80% de las grandes empresas exportadoras de la región están vinculadas a la explotación y el procesamiento de recursos naturales. Las empresas exportadoras de América Latina y el Caribe presentan una gran heterogeneidad y una elevada rotación (especialmente las pequeñas). Del total de empresas exportadoras de la región, alrededor del 30% registran exportaciones por varios años ininterrumpidos (entre cinco y siete).
La excepción relativa es Costa Rica, donde la proporción de empresas exportadoras en el total ronda el 4%. En Panamá, el primer percentil de las empresas exportadoras concentra el 46,9% del valor exportado total. Proporcionalmente, el número de exportadoras es más elevado en el caso de las grandes empresas que en el caso de las pymes.
Aunque ha aumentado ligeramente la cantidad de empresas que exporta más de un producto a más de un destino, el predominio de la empresa monoexportadora a un solo destino se mantiene en la región. Sobre un universo de aproximadamente 108.000 empresas exportadoras existentes en diez países de la región en 2010, unas 39.000 (la mayoría de ellas pymes) exportaron en ese año un solo producto a un solo destino, mientras que solo unas 3.600 (en su mayoría, grandes empresas) exportaron más de diez productos a más de diez destinos. Este patrón es muy similar en todos los países de la región.
La relación entre el crecimiento de las exportaciones y el empleo total es menor en la medida en que existe una alta concentración de las exportaciones, lo que suele coincidir con un menor desarrollo relativo del sector manufacturero. Por ende, reducir la concentración de los envíos y agentes debería constituir un elemento central de cualquier estrategia de diversificación exportadora y de reducción de la heterogeneidad estructural.
La región no es solo el principal destino para la mayoría de las empresas exportadoras, también es hacia donde se envía un mayor número de productos, especialmente de alta tecnología, y donde existe menor concentración de las exportaciones. Más de la mitad de las empresas exportadoras (entre el 55% y el 69%, según si se incluye o no a México) efectúa envíos a la propia región, pese a que hacia ésta solo se dirige un sexto del valor de las exportaciones totales. Para la mayoría de los países, la región representa el menor monto medio exportado por empresa, el mayor promedio de productos exportados por empresa y los menores índices de concentración. Lo contrario ocurre con las exportaciones a China. Los envíos hacia los Estados Unidos comparten algunas de las características de las exportaciones intrarregionales, como una participación de empresas exportadoras (incluidas las pymes) y una generación de empleo (directo e indirecto) relativamente más altas que las de las exportaciones de la región a otros mercados, especialmente Asia.
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