DBRS elevó la perspectiva de Uruguay a positiva
La consultora canadiense DBRS Inc.confirmó la calificación crediticia de la República Oriental del Uruguay para la deuda de largo plazo en moneda nacional y extranjera en “BB” y cambió la perspectiva a “positiva” desde “estable”. El cambio de tendencia obedece a la clara mejora del perfil de la deuda pública y a una perspectiva de crecimiento sostenido en el mediano plazo.
La tendencia positiva indica la probabilidad de una mejora en los próximos 6 a 12 meses, si se mantiene la disciplina fiscal y si los niveles de deuda continúan con una trayectoria descendente.
Aunque la deuda pública bruta sigue siendo alta y expuesta al riesgo de tipo de cambio, superávit
primarios persistentes y una gestión proactiva en la administración de la deuda dieron lugar a una
mejora en el perfil de la deuda de Uruguay. El ratio de deuda pública bruta sobre Producto Bruto
Interno (PIB) cayó desde 69,3% en 2009 a 58,6% en setiembre 2010, reduciéndose tanto el riesgo
de refinanciamiento como el cambiario.
El plazo promedio de vencimiento de la deuda era de 12,3 años hacia fines de 2010, entre los más extensos tanto en economías avanzadas como emergentes.
Una política de pre-financiamiento de 12 meses hacia adelante proporciona flexibilidad para el
fondeo en caso de posibles turbulencias en los mercados. Además, las operaciones de gestión de
pasivos, la recompra de deuda y el aumento de las emisiones en moneda local han reducido la
proporción de deuda denominada en moneda extranjera, contribuyendo con el desarrollo de una
curva de rendimientos soberana en el mercado doméstico.
La dinámica positiva de la deuda se sustentó en el fuerte crecimiento económico registrado
recientemente. Entre los años 2003 a 2010, la economía se expandió a una tasa anual del 5,1%, de
las más dinámicas de América Latina. Si bien el crecimiento se desaceleró en el 2009 en medio de
la recesión económica mundial, factores domésticos y externos contribuyeron con una sólida
recuperación. Es probable que Uruguay haya crecido 8% en 2010, esperándose un crecimiento de
5% para 2011. Un nivel récord de bajo desempleo junto a un aumento de los ingresos reales está
impulsando el consumo privado, al tiempo que los altos niveles de inversión, apoyados por el
gobierno para desarrollar la infraestructura del país, son un buen augurio para las perspectivas
de crecimiento a medio plazo.
En el frente externo, el aumento de los precios internacionales de los productos básicos junto a una mejora de las perspectivas regionales, en particular en Brasil, han resultado en un fuerte crecimiento de las exportaciones de Uruguay. Las exportaciones de bienes de Uruguay en 2010 registraron un nuevo récord histórico totalizando US$ 6.762 millones, dejando atrás los efectos de la crisis que en 2009 impactó negativamente las colocaciones externas del país. Ésta cifra fue un 23% mayor a los US$ 5.497 millones vendidos en 2009 y superó al récord de US$ 5.999 millones registrado en 2008.
Los elevados flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) continúan ayudando a diversificar la base exportadora, aumentado la productividad y proporcionando una fuente estable de financiamiento
externo.
La fortaleza del entorno político de Uruguay ha mejorado la resistencia de la economía y del
sistema financiero a los vaivenes externos. Durante la crisis económica global, la flexibilidad del tipo
de cambio facilitó un ajuste en la cuenta externa, amortiguando el impacto del shock externo sobre
la economía real, permitiendo así mantener el nivel de competitividad de la economía. El elevado
nivel de reservas internacionales supuso un sustento adicional, en el marco de un sistema
bancario adecuadamente regulado que permaneció con un alto nivel de liquidez,
altamente capitalizado y con bajos niveles de morosidad. Asimismo, el estable entorno político de
Uruguay constituye otra fortaleza, apoyando políticas macroeconómicas prudentes y consistentes a
través de la crisis económica.
Junto a una deuda pública aún relativamente alta, Uruguay enfrenta actualmente varios desafíos
estructurales. En primer lugar, se trata de una economía pequeña y abierta, exportadora de
productos básicos (“commodities”) y con estrechos vínculos con sus vecinos, en particular con
Argentina. A pesar de la diversificación y desconcentración llevada adelante en materia comercial y
de la constante y atenta supervisión y regulación financiera, una recesión económica en Argentina
podría reducir significativamente la demanda de las exportaciones uruguayas y los servicios
turísticos, desacelerando el crecimiento.
En segundo lugar, el sistema financiero se encuentra aún fuertemente dolarizado. El alto nivel de
dolarización financiera conspira contra la eficacia de la política monetaria, acarreando
vulnerabilidades en la hoja de balance de toda la economía. En tercer lugar, la inflación de 7,3%
registrada durante enero de 2011 se ha mantenido próxima o por encima del límite superior del
rango meta establecido por el Banco Central del Uruguay (BCU) durante los últimos cuatro años.
Dada la fuerte demanda interna y la presión al alza sobre los precios de los alimentos y el
combustible, un continuo monitoreo será necesario para anclar las expectativas dentro del rango
meta establecido. Aquellas medidas tendientes a mejorar la credibilidad de la política monetaria
podrían apoyar el proceso de desdolarización, incrementado así la flexibilidad de las políticas.
En el mediano plazo, un aumento adicional en la calificación hacia el grado inversor será propiciado
de observarse un progreso significativo en el proceso de desdolarización financiera de la economía
junto a un fortalecimiento de la credibilidad tanto de la política fiscal como de la monetaria, Esto
último permitiría un mayor rango de acción para llevar adelante políticas anticíclicas.
Aunque la deuda pública bruta sigue siendo alta y expuesta al riesgo de tipo de cambio, superávit
primarios persistentes y una gestión proactiva en la administración de la deuda dieron lugar a una
mejora en el perfil de la deuda de Uruguay. El ratio de deuda pública bruta sobre Producto Bruto
Interno (PIB) cayó desde 69,3% en 2009 a 58,6% en setiembre 2010, reduciéndose tanto el riesgo
de refinanciamiento como el cambiario.
El plazo promedio de vencimiento de la deuda era de 12,3 años hacia fines de 2010, entre los más extensos tanto en economías avanzadas como emergentes.
Una política de pre-financiamiento de 12 meses hacia adelante proporciona flexibilidad para el
fondeo en caso de posibles turbulencias en los mercados. Además, las operaciones de gestión de
pasivos, la recompra de deuda y el aumento de las emisiones en moneda local han reducido la
proporción de deuda denominada en moneda extranjera, contribuyendo con el desarrollo de una
curva de rendimientos soberana en el mercado doméstico.
La dinámica positiva de la deuda se sustentó en el fuerte crecimiento económico registrado
recientemente. Entre los años 2003 a 2010, la economía se expandió a una tasa anual del 5,1%, de
las más dinámicas de América Latina. Si bien el crecimiento se desaceleró en el 2009 en medio de
la recesión económica mundial, factores domésticos y externos contribuyeron con una sólida
recuperación. Es probable que Uruguay haya crecido 8% en 2010, esperándose un crecimiento de
5% para 2011. Un nivel récord de bajo desempleo junto a un aumento de los ingresos reales está
impulsando el consumo privado, al tiempo que los altos niveles de inversión, apoyados por el
gobierno para desarrollar la infraestructura del país, son un buen augurio para las perspectivas
de crecimiento a medio plazo.
En el frente externo, el aumento de los precios internacionales de los productos básicos junto a una mejora de las perspectivas regionales, en particular en Brasil, han resultado en un fuerte crecimiento de las exportaciones de Uruguay. Las exportaciones de bienes de Uruguay en 2010 registraron un nuevo récord histórico totalizando US$ 6.762 millones, dejando atrás los efectos de la crisis que en 2009 impactó negativamente las colocaciones externas del país. Ésta cifra fue un 23% mayor a los US$ 5.497 millones vendidos en 2009 y superó al récord de US$ 5.999 millones registrado en 2008.
Los elevados flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) continúan ayudando a diversificar la base exportadora, aumentado la productividad y proporcionando una fuente estable de financiamiento
externo.
La fortaleza del entorno político de Uruguay ha mejorado la resistencia de la economía y del
sistema financiero a los vaivenes externos. Durante la crisis económica global, la flexibilidad del tipo
de cambio facilitó un ajuste en la cuenta externa, amortiguando el impacto del shock externo sobre
la economía real, permitiendo así mantener el nivel de competitividad de la economía. El elevado
nivel de reservas internacionales supuso un sustento adicional, en el marco de un sistema
bancario adecuadamente regulado que permaneció con un alto nivel de liquidez,
altamente capitalizado y con bajos niveles de morosidad. Asimismo, el estable entorno político de
Uruguay constituye otra fortaleza, apoyando políticas macroeconómicas prudentes y consistentes a
través de la crisis económica.
Junto a una deuda pública aún relativamente alta, Uruguay enfrenta actualmente varios desafíos
estructurales. En primer lugar, se trata de una economía pequeña y abierta, exportadora de
productos básicos (“commodities”) y con estrechos vínculos con sus vecinos, en particular con
Argentina. A pesar de la diversificación y desconcentración llevada adelante en materia comercial y
de la constante y atenta supervisión y regulación financiera, una recesión económica en Argentina
podría reducir significativamente la demanda de las exportaciones uruguayas y los servicios
turísticos, desacelerando el crecimiento.
En segundo lugar, el sistema financiero se encuentra aún fuertemente dolarizado. El alto nivel de
dolarización financiera conspira contra la eficacia de la política monetaria, acarreando
vulnerabilidades en la hoja de balance de toda la economía. En tercer lugar, la inflación de 7,3%
registrada durante enero de 2011 se ha mantenido próxima o por encima del límite superior del
rango meta establecido por el Banco Central del Uruguay (BCU) durante los últimos cuatro años.
Dada la fuerte demanda interna y la presión al alza sobre los precios de los alimentos y el
combustible, un continuo monitoreo será necesario para anclar las expectativas dentro del rango
meta establecido. Aquellas medidas tendientes a mejorar la credibilidad de la política monetaria
podrían apoyar el proceso de desdolarización, incrementado así la flexibilidad de las políticas.
En el mediano plazo, un aumento adicional en la calificación hacia el grado inversor será propiciado
de observarse un progreso significativo en el proceso de desdolarización financiera de la economía
junto a un fortalecimiento de la credibilidad tanto de la política fiscal como de la monetaria, Esto
último permitiría un mayor rango de acción para llevar adelante políticas anticíclicas.
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