El PAC de Brasil… ¿y el Mercosur?
Grandes expectativas despertó en la Argentina el Programa de Aceleración de Crecimiento (PAC), anunciado por el Presidente Lula Da Silva estas últimas semanas. La mayoría de los analistas no dudan en afirmar que el PAC podría tener importantes externalidades positivas para la Argentina, permitiendo que este país exporte más a Brasil y mejore su relación comercial bilateral con su vecino. Sin embargo, estos beneficios podrían quedar relativizados si se tiene en cuenta que Brasil ha logrado mayor competitividad en productos que tradicionalmente exporta la Argentina (energía y alimentos).
Este ambicioso plan PAC, tiene por objetivo conseguir que el PBI de Brasil alcance niveles de crecimiento anuales de alrededor del 5 %. Para ello, el Programa coloca el acento en dos flancos: un total de inversiones en infraestructura del orden de los 235.000 millones de dólares, e importantes fondos destinados a financiar obras y dar beneficios impositivos.
La mayoría de los analistas no dudan en afirmar que el PAC podría tener importantes externalidades positivas para la Argentina, permitiendo que este país exporte más a Brasil y mejore su relación comercial bilateral con su vecino.
Sin embargo, estos beneficios podrían quedar relativizados si se tiene en cuenta que Brasil ha logrado mayor competitividad en productos que tradicionalmente exporta la Argentina (energía y alimentos), con lo cual, si bien es de esperar mayor demanda de productos desde Brasil, no necesariamente será muy importante su incremento.
Hasta aquí sólo parece haber buenas noticias para Argentina, no obstante cabe considerar que el grueso de la PAC tiende a mejorar la competitividad de la economía brasileña en su conjunto, con lo cual su eventual éxito implicará un incremento de los flujos de inversiones hacia aquel país y un aumento, al menos de alguna medida, en las exportaciones. Sea como fuere, muy probablemente los afectados por este desvío de inversiones sean sus socios del Mercosur, incluida la Argentina.
Es que desde una visión regional, el PAC de Brasil puede generar mayores desequilibrios en el Mercosur si no existe una política de desarrollo común de todo el bloque. Esto no implica una crítica dirigida expresamente a Brasil, ya que todos los socios del Mercosur suelen actuar en forma individual en este campo. Mientras Uruguay y Paraguay buscan apuntalar su relación comercial con los EE.UU., la Argentina mantiene un tipo de cambio depreciado, incluso, respecto de sus socios.
La reflexión que merece esta realidad, haciendo un poco de historia, es cuan distinta es la estrategia de desarrollo del Mercosur, si es que existe alguna, de los planes de crecimiento que, a instancias del Comisario responsable de Política Económica R. Marjolin, impulsó la Comunidad Económica Europea durante los 60s. Estas iniciativas, cabe recordar, tenían entre su principal finalidad coordinar la economía de los entonces seis miembros.
A diferencia de los otros socios, Brasil quizás sea el único que tiene una política de desarrollo definida y sostenida en el tiempo. En ese marco, podría analizarse su regionalización y la búsqueda de complementaciones que permitan la obtención de economías de escala en todo el bloque.
Parece que la última reunión del Consejo del Mercado Común, celebrada el día 18 de enero, hubiera sido una excelente oportunidad para que los líderes de los cinco países conversaran sobre la cuestión e, incluso, un interesante ámbito para que el Presidente Lula hiciera el anuncio del PAC. Sin embargo, prefirió hacerlo días después, con lo cual queda claro que, al menos por ahora, el Mercosur no es visto como el mejor camino para el desarrollo de sus socios.
La ausencia de acuerdos serios en estos asuntos es la semilla de conflictos futuros, que se originan en la falta de complementación y de desarrollo armónico de los socios del Mercosur. El caso paradigmático es, sin dudas, el de la instalación de las papeleras en el Río Uruguay, que más allá del conflicto en sí mismo, deja traslucir la ausencia de una política común de desarrollo e inversiones.
* Investigador Asistente del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico (UBA).
La mayoría de los analistas no dudan en afirmar que el PAC podría tener importantes externalidades positivas para la Argentina, permitiendo que este país exporte más a Brasil y mejore su relación comercial bilateral con su vecino.
Sin embargo, estos beneficios podrían quedar relativizados si se tiene en cuenta que Brasil ha logrado mayor competitividad en productos que tradicionalmente exporta la Argentina (energía y alimentos), con lo cual, si bien es de esperar mayor demanda de productos desde Brasil, no necesariamente será muy importante su incremento.
Hasta aquí sólo parece haber buenas noticias para Argentina, no obstante cabe considerar que el grueso de la PAC tiende a mejorar la competitividad de la economía brasileña en su conjunto, con lo cual su eventual éxito implicará un incremento de los flujos de inversiones hacia aquel país y un aumento, al menos de alguna medida, en las exportaciones. Sea como fuere, muy probablemente los afectados por este desvío de inversiones sean sus socios del Mercosur, incluida la Argentina.
Es que desde una visión regional, el PAC de Brasil puede generar mayores desequilibrios en el Mercosur si no existe una política de desarrollo común de todo el bloque. Esto no implica una crítica dirigida expresamente a Brasil, ya que todos los socios del Mercosur suelen actuar en forma individual en este campo. Mientras Uruguay y Paraguay buscan apuntalar su relación comercial con los EE.UU., la Argentina mantiene un tipo de cambio depreciado, incluso, respecto de sus socios.
La reflexión que merece esta realidad, haciendo un poco de historia, es cuan distinta es la estrategia de desarrollo del Mercosur, si es que existe alguna, de los planes de crecimiento que, a instancias del Comisario responsable de Política Económica R. Marjolin, impulsó la Comunidad Económica Europea durante los 60s. Estas iniciativas, cabe recordar, tenían entre su principal finalidad coordinar la economía de los entonces seis miembros.
A diferencia de los otros socios, Brasil quizás sea el único que tiene una política de desarrollo definida y sostenida en el tiempo. En ese marco, podría analizarse su regionalización y la búsqueda de complementaciones que permitan la obtención de economías de escala en todo el bloque.
Parece que la última reunión del Consejo del Mercado Común, celebrada el día 18 de enero, hubiera sido una excelente oportunidad para que los líderes de los cinco países conversaran sobre la cuestión e, incluso, un interesante ámbito para que el Presidente Lula hiciera el anuncio del PAC. Sin embargo, prefirió hacerlo días después, con lo cual queda claro que, al menos por ahora, el Mercosur no es visto como el mejor camino para el desarrollo de sus socios.
La ausencia de acuerdos serios en estos asuntos es la semilla de conflictos futuros, que se originan en la falta de complementación y de desarrollo armónico de los socios del Mercosur. El caso paradigmático es, sin dudas, el de la instalación de las papeleras en el Río Uruguay, que más allá del conflicto en sí mismo, deja traslucir la ausencia de una política común de desarrollo e inversiones.
* Investigador Asistente del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico (UBA).
Nicolás Marcelo Perrone