Entidades empresarias brasileñas

En el debate que se está instalando en países del Mercosur sobre cómo encarar las nuevas realidades del comercio y de las negociaciones comerciales internacionales, tres informes de entidades brasileras son mencionadas por Félix Peña en su último trabajo.


Cabe mencionar por su relevancia tres informes recientes de entidades empresarias brasileras que abordan en la perspectiva de su país los desafíos que se confrontan. Son informes que por sus contenidos y alcances requerirían la atención de los empresarios argentinos y de sus respectivas entidades. Dos de ellos son del Instituto de Estudos para o Desenvolvimento Industrial (IEDI) que nuclea un relevante grupo de las principales empresas brasileras. Uno trata el impacto que eventualmente tendrían en las estrategias comerciales del Brasil los nuevos mega-acuerdos preferenciales que se están negociando (http://retaguarda.iedi.org.br/midias/artigos/51d18e9168afa9d0.pdf). El otro informe del IEDI se refiere a la participación brasilera en las cadenas globales de valor (http://www.iedi.org.br/cartas/carta_iedi_n_578.html). El tercer informe es de la Federaçâo das Indústrias do Estado de S.Paulo (FIESP). Plantea una agenda de integración externa (http://www.fiesp.com.br/indices-pesquisas-e-publicacoes/agenda-de-integracao-externa/).

De estos tres informes surge la percepción de riesgos de aislamiento de la economía brasilera en un nuevo contexto mundial. No se cuestiona al Mercosur. Así lo ha dejado claro en un artículo en la prensa, Benjamin Steinbruch, el Vice-Presidente Primero de la FIESP (ver entrevista en Folha de S.Paulo, el pasado 18 de junio, en http://www.fiesp.com.br/noticias/na-folha-de-s-paulo-benjamin-steinbruch-destaca-participacao-do-brasil-no-mercosul/). Además se recuerda que el 84% de los bienes que Brasil envía a Sudamérica son manufacturas. En el año 2012 sus exportaciones a la región duplican las destinadas a la suma de los mercados de Europa, Estados Unidos y China. Pero sí se plantea la necesidad de adaptarlo a las actuales realidades. El Presidente del Uruguay, José Mujica, en declaraciones previas a la reciente Cumbre del Mercosur en Montevideo (ver en: http://www.eltribuno.info/Jujuy/297428-Mujica-Mi-relacion-con-la-Argentina-la-defiendo-a-muerte.note.aspx), también ha reiterado su apoyo al concepto estratégico que nutre al Mercosur. Pero lo ha hecho constatando la necesidad de negociar juntos con terceros y de imaginarlo como una gran cadena transnacional de producción.

El no cuestionamiento del Mercosur como proyecto estratégico conjunto de un grupo de países sudamericanos, es tanto más relevante cuando se observa la frecuencia con la que distintos analistas y protagonistas proponen que países como por ejemplo Brasil, deberían replantear su vinculación a la luz de otros enfoques que se consideran más apropiados. En particular el modelo que se contrapone al Mercosur es el de la Alianza del Pacífico. Al hacerlo se da por hecho que es una alianza que ya ha producido los resultados que se han anunciado por sus cuatro países miembros.

También se observa el planteamiento del requerimiento de flexibilidad en los acuerdos que se negocien. Concretamente ello se propone con respecto a la negociación en curso entre el Mercosur y la UE. Es un planteamiento que a veces se fundamentaría en el supuesto que no todos los países miembros del Mercosur estuvieran dispuestos a avanzar con el mismo ritmo en la desgravación arancelaria al menos en todos los sectores. Más allá de cuán sustentable es este supuesto, sí conviene reflexionar sobre las distintas modalidades que pueda tener las propuestas de flexibilización de los compromisos que se asuman.

La idea parecería ser alcanzar la flexibilización en el marco de un acuerdo “paraguas” en el que se contemplen múltiples velocidades en los compromisos de desgravación arancelaria de cada país del Mercosur, pero también geometrías variables en los compromisos que se asuman en los otros temas no arancelarios, en particular, en los marcos regulatorios del comercio y de las inversiones. Es una variante que podría tener efectos de erosión de los tratamientos preferenciales pactados dentro del Mercosur y que en la práctica, por la dimensión económica de la UE, podría tener el mismo resultado que la conclusión de acuerdos bilaterales de libre comercio entre cada país del Mercosur y la UE. En otras palabras, podría ser equivalente al fin del Mercosur como proceso de integración económica relevante para cada uno de sus países miembros.

Sin embargo una figura presente en el informe del IEDI sobre el impacto de las negociaciones de mega-acuerdos comerciales preferenciales (página 43), brinda opciones más interesante que conviene explorar en el debate que de hecho han instalado las instituciones empresarias brasileras. Tales opciones son tres: la de la implementación gradual de las medidas negociadas; la de salvaguardias transitorias generales, especiales y sectoriales, y la de mecanismos de entrenamiento y reubicación profesional (en la línea de las medidas comunes en países desarrollados, tales como los EEUU y la UE, enmarcadas por ejemplo en los Trade Adjustement Assitance Program). Incluir este tipo de medidas en la arquitectura del respectivo acuerdo bi-regional, permitiría contemplar eventuales situaciones de disparidad resultantes de las asimetrías de desarrollo económico existentes tanto en el interior del Mercosur como con respecto a los países de la UE.

Otras propuestas incluidas en el mencionado informe del IEDI (páginas 42 y 43) merecen una especial atención. Se refieren a reglas de origen preferenciales; mecanismos de reconocimiento mutuo o de armonización de medidas no tarifarias; protección de inversiones originadas en el Brasil –o en otros países del Mercosur-, y liberación gradual de servicios de manera de integrar la economía regional, estructurar cadenas de valor y permitir el acceso a mercados de empresas nacionales.
Son todas ellas medidas que cabría analizar y debatir al menos en los ámbitos empresarios de los otros países del Mercosur.
mercosurabc