Integración regional y estrategia multipolar

La estrategia del Nuevo Regionalismo basada en la apertura externa para generar comercio y productividad, fue defendida por el actual presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el marco del seminario de Integración por los 40 años de INTAL celebrado el 24 de agosto en Buenos Aires.


En un contrapunto, el Emb. Eduardo Sigal, Subsecretario de Integración Económica de la Cancillería, definió a la integración como una propuesta que no se limita a la apertura comercial, sino que se trata de un proyecto político-cultural con referencia obligada en la recuperación de niveles de igualdad social.

El camino de la mera competencia entre nuestros países para atraer la inversión extranjera sobre la base de renunciar a las regulaciones y precarizar el trabajo nos conduce a una igualación hacia abajo, destacó el Embajador Sigal en su intervención, en clara alusión a las consecuencias que podría traer para los países de la región la adopción de reformas unilaterales para facilitar acuerdos de negociación hacia el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Enrique Iglesias, que lleva 17 años en la presidencia del BID, elogió horas antes del evento, en un encuentro con el presidente Néstor Kirchner y el ministro de Economía, Roberto Lavagna, la "admirable" recuperación económica experimentada por Argentina. En esa oportunidad se firmaron acuerdos para el área de Turismo y la provincia de Mendoza por valor de 121 millones de dólares.

En su intervención en el Seminario de INTAL, Enrique Iglesias sostuvo que en las últimas dos décadas el ímpetu integracionista cobró nuevo vigor y amplió su alcance temático. Se han relanzado algunos esquemas existentes y se han suscrito una multitud de acuerdos de nueva generación que comprenden zonas de libre comercio, uniones aduaneras e inclusive iniciativas que apuntan a la conformación de ambiciosos mercados comunes, dijo. El dinamismo de la integración regional debe considerarse un fenómeno paralelo y una respuesta natural a la intensificación de las fuerzas de la globalización, tal como lo demuestra el hecho que en la actualidad prácticamente todos los países de la Organización Mundial del Comercio (OMC) están participando en acuerdos regionales, señaló.

Hoy en día la estrategia de integración que algunos han denominado el “Nuevo Regionalismo”, cumple un papel muy diferente del que desempeñó en el pasado. La apertura externa tiene el propósito de generar más comercio, inversión y productividad y es una faceta importante de la estrategia de desarrollo. Los acuerdos regionales son parte de una estrategia multipolar más compleja que apunta a la articulación de las economías nacionales con los mercados internacionales. Los acuerdos latinoamericanos de integración se complementan con reformas unilaterales, con una participación activa en el sistema comercial multilateral y con acuerdos comerciales recíprocos extra-regionales de tipo Norte-Sur y Sur-Sur, sostuvo Iglesias.

La estrategia multipolar apunta a apoyar la profundización y consolidación del proceso de reforma estructural y de transformación institucional. Bajo el viejo regionalismo la integración comercial formaba parte de un modelo de desarrollo que sabemos fue altamente proteccionista, basado en la industrialización por sustitución de importaciones y en un fuerte intervencionismo estatal.

Bajo el Nuevo Regionalismo se ha generalizado la percepción de que en el largo plazo las economías capaces de insertarse de forma efectiva en los procesos de globalización logran resultados mejores que aquellas que adoptan estrategias de crecimiento introvertido, dijo el titular del BID. La experiencia de varios países asiáticos ilustra las virtudes de una estrategia de crecimiento completa, ambiciosa y pragmática que aprovecha estratégicamente las oportunidades de una economía internacional en expansión. En contraste es muy difícil encontrar ejemplos de economías cerradas que hayan logrado crecimiento sostenido y reducción de la pobreza.

La integración entre países en desarrollo es vulnerable, enfatizó Iglesias. Los países de América Latina y el Caribe, tal como otros países en desarrollo, se caracterizan por tener economías pequeñas y ventajas comparativas concentradas en un número reducido de productos. La integración regional Sur-Sur permite ampliar los mercados y sostener el proceso de apertura. Sin embargo, al no incluir los principales centros del comercio mundial, se limitan naturalmente las oportunidades de aprovechar economías de escala y otros beneficios dinámicos de la integración comercial. Asimismo, la competencia restringida a un número reducido de países en desarrollo circunscribe el espectro de ventajas comparativas que es posible aprovechar.

Todo ello pone de relieve la importancia de complementar la integración regional con una estrategia multipolar que favorezca una integración equilibrada con países industrializados. Los acuerdos como el ALCA o los acuerdos de asociación bi-regionales con la Unión Europea pueden ser un vehículo eficaz para lograr estos propósitos, finalizó Iglesias.

MABC