Las Cadenas de Valor en el Mercosur
Para que el MERCOSUR se transforme en un motor de expansión de nuestro sector productivo es necesario el desarrollo equilibrado de las industrias de los socios. Esto evitará profundizar asimetrías estructurales y propagar conflictos en la esfera comercial, sostuvo el embajador Alfredo Chiaradía en el Seminario Regional sobre Integración Productiva Argentina-Brasil organizado por el CEB.
Esta complementación productiva permitirá mejorar la competitividad de nuestra industria y, de esta manera, se transformará en una plataforma de exportaciones a terceros mercados.
El MERCOSUR cuenta con el Programa de Foros de Competitividad como herramienta para avanzar en esta complementación y para coordinar los Foros Nacionales que existen en Argentina y Brasil. Los sectores privados deberían actuar como promotores para la constitución de nuevos Foros MERCOSUR, en función de intereses comunes.
En Asunción se adoptó un Régimen para la integración de procesos productivos en varios Estados Partes del Mercosur, con utilización de materiales no originarios. Este instrumento promueve el encadenamiento productivo regional y brinda la oportunidad a los socios menores de participar de procesos productivos de gran envergadura económica en el MERCOSUR.
Asimismo, se decidió impulsar durante este semestre Reuniones de los Ministros de Industria para, entre otras tareas, promover la identificación de las áreas específicas para avanzar en la complementación productiva del Mercosur.
Por otra parte, estimo que las grandes empresas podrían analizar el inicio de acciones de coordinación microeconómica, a través de una estrategia de especialización en ciertos productos o líneas de producción y su complementación a nivel regional. Ello debería estar orientado por la necesidad de maximizar el encadenamiento productivo – fundamentalmente ampliando las posibilidades de participación de las PyMEs - y recomponer la trama industrial en todos los socios.
Paralelamente, y a los efectos de garantizar la libre circulación de los productos en el mercado ampliado y consolidar la posibilidad de generar cadenas de valor, es necesario que se difundan suficientemente sus estándares y reglamentos comunes o mutuamente reconocidos.
Asimismo, parece necesario un trabajo más minucioso para la identificación de reglamentaciones que constituyen trabas innecesarias al comercio, tema sobre el que se espera avanzar en los próximos meses.
Aquí, los sectores privados también pueden contribuir motorizando la suscripción de acuerdos de reconocimiento mutuo y mecanismos de evaluación de la conformidad, identificando los productos de interés común para los cuales resulta necesario suscribir este tipo de instrumentos. Hasta aquí, las cuestiones centrales que deben ser resueltas para que podamos recuperar la confianza en el Mercosur.
Algunas de ellas tienen trámite avanzado y otras están simplemente planteadas pero todas, como señalamos, son vitales en el proceso de integración.
A los que predican la parálisis de ese proceso les señalamos, sin embargo, que a estar por los resultados de las recientes cumbres de Ouro Preto y Asunción, dicha parálisis no es tal. Ouro Preto logró cristalizar un crucial acuerdo en materia de libre circulación de bienes, con un cronograma establecido que implica avanzar en sus elementos conexos como son la adopción del Código Aduanero del Mercosur, la interconexión on line de las aduanas y la distribución de la renta aduanera. Asunción, por su parte, pocos días atrás, vio el nacimiento del Fondo de Convergencia Estructural, que será constituido con aportes de 100 millones de dólares anuales para contribuir a la reducción de las asimetrías estructurales existentes entre los miembros, la promoción de la competitividad y la cohesión social de los países y las regiones menos desarrolladas.
Más allá del escepticismo que pueda plantearse en el ámbito de la opinión pública, parece indudable que si en cada futura cumbre se pudiese adoptar tan sólo una decisión del calibre y la trascendencia que acabamos de mencionar, la profundización y el perfeccionamiento del Mercosur estarían garantizados.
Desde nuestra óptica esa perspectiva es no sólo posible sino probable. Más allá de los cuestionamientos, todos los socios nos hemos comprometido a ello en la reciente cumbre de Asunción.
Sintetizando y en definitiva, el Mercosur es un destino ineludible. Pese a los problemas y conflictos que enfrenta, el proceso de integración sigue adelante a partir de la voluntad política de los gobiernos.
Por nuestra parte, una evaluación objetiva y de largo plazo demuestra que el Mercosur generó y genera resultados positivos para nuestro país. Respecto a los problemas y falencias la única opción es trabajar con premura para resolverlos.
La localización de las inversiones constituye el corazón de los problemas productivos y comerciales, por lo que está al tope de la agenda.
El esfuerzo conjunto del sector privado y el sector público de cada uno de nuestros países es necesario para que la integración finalmente se traduzca en beneficios concretos y mensurables para todos, y una mejora del nivel de vida de nuestros pueblos.