Odisea en los mercados internacionales y efectividad exportadora de AL y C
Las economías de la región han tenido tradicionalmente niveles de apertura y diversificación exportadora relativamente reducidos, con alta especialización en productos primarios y recursos naturales. Ejemplos extremos los constituyen los casos de Colombia y Venezuela, en los que se ha registrado una gran concentración de las exportaciones en un solo producto (café y petróleo, respectivamente). Las barreras informacionales suelen ser un factor determinante de los malos desempeños en el comercio internacional, lo que hace que el trabajo de las agencias de promoción constituya un elemento central de la estrategia de desarrollo del mercado externo.
Durante la presentación del Informe "Odisea en los mercados internacionales: una evaluación de la efectividad de la promoción de exportaciones de América Latina y el Caribe", Christian Volpe Martincus, del Sector de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo, destacó que en los últimos años se registraron progresos importantes en el desempeño exportador de los diferentes países de la región. Tres cuartas partes de ellos han aumentado su grado de apertura y la importancia de las exportaciones en sus economías, como así también el número de productos y mercados de destino, mostrando en general un mayor nivel de diversificación exportadora.
Sin embargo, a pesar de estos progresos, muchos de los países se encuentran todavía por debajo de lo que cabría esperar en relación con el tamaño o grado de desarrollo de sus economías. De allí que algunos de ellos posean una capacidad limitada de “supervivencia” en los mercados internacionales, en términos de su probabilidad de permanencia como proveedores de sus mercados de destino.
El bajo nivel de apertura y de diversificación exportadora resultan costosos en términos de crecimiento económico. Las economías altamente especializadas en un número reducido de productos son más propensas a experimentar shocks, ya que cuando alguno de esos sectores se ve afectado el impacto se traslada inmediatamente al conjunto. Esta situación de volatilidad determina que, al menos en el largo plazo, las economías poco diversificadas tiendan a crecer menos. Como contrapartida, en la medida en que se producen más bienes de diferente tipo son mayores las posibilidades de satisfacer distintas demandas específicas, haciendo de la “preferencia por la variedad” una ventaja adicional para esas economías.
Otra de las cuestiones esgrimidas por Christian Volpe respecto de la relación entre diversificación y crecimiento, está dada por el escaso conocimiento que se adquiere en materia de exportación cuando el flujo del comercio internacional se concentra en unos pocos sectores. La diversificación permite que el aprendizaje específico que adquiere cada sector sea más rico y que la ganancia cruzada en términos intersectoriales sea mucho mayor. Algo similar ocurre con respecto a la eficiencia en el uso de los insumos.
Las economías de la región han tenido tradicionalmente niveles de apertura y diversificación exportadora relativamente reducidos, con alta especialización en productos primarios y recursos naturales. Ejemplos extremos los constituyen los casos de Colombia y Venezuela, en los que se ha registrado una gran concentración de las exportaciones en un solo producto (café y petróleo, respectivamente). Las barreras informacionales suelen ser un factor determinante de los malos desempeños en el comercio internacional, lo que hace que el trabajo de las agencias de promoción constituya un elemento central de la estrategia de desarrollo del mercado externo.
Estas barreras, según el Informe del BID, pueden suponer costos adicionales para los exportadores, especialmente respecto de los productos diferenciados y en aquellos tramos en los que elementos como la tradición productiva y la “imagen país” ponen a la región en situación de desventaja relativa frente a otras economías.
En el Informe, el grado general de diversificación de una economía se mide por un índice que combina la dimensión producto con la dimensión país (cuántos productos se exportan y a qué cantidad de países). También se toma en cuenta si se trata de productos diferenciados, es decir, de aquellos que además del precio poseen características adicionales que los consumidores deben conocer (cosa que no ocurre con los llamados bienes homogéneos, tales como el petróleo y los commodities en general).
El impacto de las agencias
Volpe señaló también la importancia de conocer la eficacia de las agencias de promoción de las exportaciones, aunque resulta difícil hallar evidencia clara al respecto. Su presencia en el exterior es altamente asimétrica. Las que tienen poca presencia, recurren a las embajadas y consulados, pero también en estos casos es heterogénea la red de embajadas y consulados entre los distintos países.
En relación con la influencia efectiva de las agencias, el Informe destaca que la apertura de oficinas de promoción comercial parece ser más eficiente que la adición de una nueva representación diplomática. A su vez, el impacto positivo siempre resulta mayor sobre el margen extensivo (el aumento del número de productos) –que es donde los problemas de información son más graves, al tratarse de productos nuevos– que en el margen intensivo (consistente en el tipo de producto habitualmente exportado).
Algunas agencias intentan estimar su influencia en el desarrollo de las exportaciones a través del método de “imputación directa”, por el cual se toman los datos de las aduanas y de las empresas antes y después del establecimiento de la agencia. Pero existe el riesgo de atribuir al accionar de las agencias resultados que en verdad dependen de las características de las compañías o de la situación económica. Por esa razón, en el Informe no se apela a esa metodología y se utilizan métodos de control de variables –aunque también éstos encuentran limitaciones–.
Del relevamiento de datos exhaustivos sobre el desempeño exportador y la asistencia recibida a lo largo de la región, se pueden destacar algunos ejemplos. Uno de ellos es el de Perú, donde se determinó que la promoción comercial ha ayudado principalmente a las firmas peruanas a diversificar sus exportaciones tanto en términos de países como de productos, es decir, en la dimensión donde resulta esperable que los problemas de información sean más severos.
En el caso de Colombia se indagó acerca de cuáles eran los programas de promoción de exportación más efectivos –sobre un número importante de empresas que estaban participando en diferentes programas–. La conclusión fue que la combinación de promoción de servicios de asesoría, emisiones comerciales y agendas de negocio, tiene un impacto relativamente mayor sobre las exportaciones totales de una compañía (número de productos y cantidad de mercados) que esos mismos servicios brindados en forma aislada. La influencia es a su vez mayor en el segmento de las pequeñas y medianas empresas. En la medida en que éstas van mejorando su productividad y familiarizándose con los mercados internacionales, el valor agregado de las agencias resulta menor.
Por último, el responsable del Informe señaló que las agencias deberían dotarse a sí mismas de mejores mecanismos de evaluación de los servicios que prestan a sus clientes. De ello depende el diseño de las políticas de promoción de exportaciones y una mejor asignación de los recursos en el marco de esas políticas. Por otro lado, también sería importante aumentar los mecanismos de cooperación entre las diferentes agencias. Por ejemplo integrando sus bases de datos para evaluar el impacto de las acciones de promoción sobre otras variables de las empresas, como la productividad o las ganancias. Esta información podría servir a su vez como insumo para medidas de apoyo en otros aspectos, como la innovación. En el mismo sentido, un registro unificado de beneficiarios de las acciones del sector público generaría condiciones para una mejor coordinación de éstas, dotándolas de una secuencia más óptima.
Sin embargo, a pesar de estos progresos, muchos de los países se encuentran todavía por debajo de lo que cabría esperar en relación con el tamaño o grado de desarrollo de sus economías. De allí que algunos de ellos posean una capacidad limitada de “supervivencia” en los mercados internacionales, en términos de su probabilidad de permanencia como proveedores de sus mercados de destino.
El bajo nivel de apertura y de diversificación exportadora resultan costosos en términos de crecimiento económico. Las economías altamente especializadas en un número reducido de productos son más propensas a experimentar shocks, ya que cuando alguno de esos sectores se ve afectado el impacto se traslada inmediatamente al conjunto. Esta situación de volatilidad determina que, al menos en el largo plazo, las economías poco diversificadas tiendan a crecer menos. Como contrapartida, en la medida en que se producen más bienes de diferente tipo son mayores las posibilidades de satisfacer distintas demandas específicas, haciendo de la “preferencia por la variedad” una ventaja adicional para esas economías.
Otra de las cuestiones esgrimidas por Christian Volpe respecto de la relación entre diversificación y crecimiento, está dada por el escaso conocimiento que se adquiere en materia de exportación cuando el flujo del comercio internacional se concentra en unos pocos sectores. La diversificación permite que el aprendizaje específico que adquiere cada sector sea más rico y que la ganancia cruzada en términos intersectoriales sea mucho mayor. Algo similar ocurre con respecto a la eficiencia en el uso de los insumos.
Las economías de la región han tenido tradicionalmente niveles de apertura y diversificación exportadora relativamente reducidos, con alta especialización en productos primarios y recursos naturales. Ejemplos extremos los constituyen los casos de Colombia y Venezuela, en los que se ha registrado una gran concentración de las exportaciones en un solo producto (café y petróleo, respectivamente). Las barreras informacionales suelen ser un factor determinante de los malos desempeños en el comercio internacional, lo que hace que el trabajo de las agencias de promoción constituya un elemento central de la estrategia de desarrollo del mercado externo.
Estas barreras, según el Informe del BID, pueden suponer costos adicionales para los exportadores, especialmente respecto de los productos diferenciados y en aquellos tramos en los que elementos como la tradición productiva y la “imagen país” ponen a la región en situación de desventaja relativa frente a otras economías.
En el Informe, el grado general de diversificación de una economía se mide por un índice que combina la dimensión producto con la dimensión país (cuántos productos se exportan y a qué cantidad de países). También se toma en cuenta si se trata de productos diferenciados, es decir, de aquellos que además del precio poseen características adicionales que los consumidores deben conocer (cosa que no ocurre con los llamados bienes homogéneos, tales como el petróleo y los commodities en general).
El impacto de las agencias
Volpe señaló también la importancia de conocer la eficacia de las agencias de promoción de las exportaciones, aunque resulta difícil hallar evidencia clara al respecto. Su presencia en el exterior es altamente asimétrica. Las que tienen poca presencia, recurren a las embajadas y consulados, pero también en estos casos es heterogénea la red de embajadas y consulados entre los distintos países.
En relación con la influencia efectiva de las agencias, el Informe destaca que la apertura de oficinas de promoción comercial parece ser más eficiente que la adición de una nueva representación diplomática. A su vez, el impacto positivo siempre resulta mayor sobre el margen extensivo (el aumento del número de productos) –que es donde los problemas de información son más graves, al tratarse de productos nuevos– que en el margen intensivo (consistente en el tipo de producto habitualmente exportado).
Algunas agencias intentan estimar su influencia en el desarrollo de las exportaciones a través del método de “imputación directa”, por el cual se toman los datos de las aduanas y de las empresas antes y después del establecimiento de la agencia. Pero existe el riesgo de atribuir al accionar de las agencias resultados que en verdad dependen de las características de las compañías o de la situación económica. Por esa razón, en el Informe no se apela a esa metodología y se utilizan métodos de control de variables –aunque también éstos encuentran limitaciones–.
Del relevamiento de datos exhaustivos sobre el desempeño exportador y la asistencia recibida a lo largo de la región, se pueden destacar algunos ejemplos. Uno de ellos es el de Perú, donde se determinó que la promoción comercial ha ayudado principalmente a las firmas peruanas a diversificar sus exportaciones tanto en términos de países como de productos, es decir, en la dimensión donde resulta esperable que los problemas de información sean más severos.
En el caso de Colombia se indagó acerca de cuáles eran los programas de promoción de exportación más efectivos –sobre un número importante de empresas que estaban participando en diferentes programas–. La conclusión fue que la combinación de promoción de servicios de asesoría, emisiones comerciales y agendas de negocio, tiene un impacto relativamente mayor sobre las exportaciones totales de una compañía (número de productos y cantidad de mercados) que esos mismos servicios brindados en forma aislada. La influencia es a su vez mayor en el segmento de las pequeñas y medianas empresas. En la medida en que éstas van mejorando su productividad y familiarizándose con los mercados internacionales, el valor agregado de las agencias resulta menor.
Por último, el responsable del Informe señaló que las agencias deberían dotarse a sí mismas de mejores mecanismos de evaluación de los servicios que prestan a sus clientes. De ello depende el diseño de las políticas de promoción de exportaciones y una mejor asignación de los recursos en el marco de esas políticas. Por otro lado, también sería importante aumentar los mecanismos de cooperación entre las diferentes agencias. Por ejemplo integrando sus bases de datos para evaluar el impacto de las acciones de promoción sobre otras variables de las empresas, como la productividad o las ganancias. Esta información podría servir a su vez como insumo para medidas de apoyo en otros aspectos, como la innovación. En el mismo sentido, un registro unificado de beneficiarios de las acciones del sector público generaría condiciones para una mejor coordinación de éstas, dotándolas de una secuencia más óptima.
Gustavo Sánchez