Relanzamiento de la alianza argentino-brasileña. Gran impacto político

Clara señal de prioridad externa de Lula: recuperar el liderazgo regional junto a su socio argentino. El despegue de su ambicioso proyecto regional, más allá del Mercosur, necesita de una contraparte fortalecida de cara a las elecciones de octubre, en pos de continuar trabajando en la línea del multilateralismo y el impulso de los organismos regionales.


Foto: Franco Fafasuli

Desde lo político, el encuentro de los presidentes Lula da Silva y Alberto Fernández, constituyó un hito para la recuperación de la alianza estratégica bilateral, dañada por los cuatro años de la política de aislamiento de Bolsonaro. Es así como la firma de acuerdos en áreas cruciales,el reforzamiento del sistema de pagos en moneda local -que permitiría comenzar a operar en el comercio bilateral fuera del circuito del dólar-, y el apoyo político a la línea del gobierno argentino, denostando a los sectores de derecha que trabajan contra la democracia plena, se transformaron en invalorable herramienta de apoyo de Lula da Silva a la actual línea política gobernante en Argentina.

Una serie de acuerdos refrendados en áreas estratégicas, abren el trabajo, que se desarrollará en grupos técnicos bilaterales, hacia los convenios en el área de salud, en temas como la producción conjunta de medicamentos; acuerdos de transferencia tecnológica, aeroespacial con la inclusión de un futuro satélite común; en el área de defensa en proyectos militares conjuntos de producción; educación; medio ambiente; explotación de materias primas y producción de fertilizantes.

El cronograma de acuerdos “se trata de un proyecto que pretende adaptar la asociación estratégica entre ambos países al nuevo contexto internacional, marcado por una etapa de repliegue de la globalización (re-shoring, near shoring, friend shoring), y de re-significación de la importancia de los bloques regionales de integración”, señaló el ministerio de Economía.

El mensaje político de Sur y el concreto SPML

La declaración de ambos presidentes, destaca en términos políticos que se decidió “avanzar en las discusiones sobre una moneda común sudamericana, para reducir los costos operacionales y nuestra vulnerabilidad externa” (que incluso se evalúa como el primer paso hacia la moneda regional Sur). Pero en el plano concreto, “los ministros de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, y de Economía, Sergio Massa, daban una versión diferente, menos ambiciosa que la formulada por los mandatarios", señala la analista Eleonora Gosman, en su cobertura del viaje oficial de Lula da Silva, en referencia al Sistema de Pagos en Moneda Local (SML).

Para ambos funcionarios, explica, lo que está en juego en la “cooperación en el área financiera” es un proyecto inmediato y más simple –hablaron de que podría comenzar en febrero-- de pago de las operaciones de comercio bilateral. Vale aquí una observación: mientras a los jefes de Estado los presiona el aspecto político del asunto, es decir, la resonancia de tener “una moneda común” capaz de anticipar la máxima integración; a los ministros les preocupa el corto plazo. En las palabras de Massa, “se trata de la ampliación de una línea de crédito, que ya existe, y que hace trepar el plazo a 366 días. Beneficia a las empresas brasileñas que acceden automáticamente a las importaciones desde Argentina; y da ventajas a las empresas argentinas que podrán evitar las complicaciones de financiamiento que exige el régimen SIRA”.

El ministro agregó que “se trata de un win-win (gana-gana) para las empresas brasileñas y argentinas, para el Banco de Brasil, para el Banco Nación y, adicionalmente para el Banco Central argentino que se verá aliviado del pago de divisas en el corto plazo”. Haddad, ante las reiteradas preguntas de los periodistas brasileños acerca de los riesgos que esa operatoria puede suponer para bancos estatales de Brasil que financian comercio exterior, específicamente para el Banco de Brasil, negó que existiera algún peligro: “No habrá ninguna clase de inseguridad por financiar exportaciones a la Argentina por cartas de crédito, ya que estas contarán con un fondo de garantía”.

De acuerdo con Gosman, “el ministro explicó qué significa quedar libre de eventuales adversidades: ‘Nosotros tenemos un fondo garantizador, que es un fondo soberano, que va a respaldar las cartas de crédito de las exportaciones. Ni el Banco de la Nación ni el BB están sujetos a contingencias. Por eso, estamos acordando con la Argentina ese sistema de garantías’. En la definición brasileña lo que está en el centro de esa negociación entre los dos gobiernos “es el fortalecimiento del uso de Sistema de Pagos en Moneda Local (SML), a fin de proveer nuevos instrumentos de facilitación del comercio bilateral. Se trata de un sistema que ya está en operaciones, administrado por los Bancos Centrales de los dos países, y que permite el uso en pagos y en cobros, tanto de reales como de pesos”. ‘Lo que está siendo asumido por el fondo garantizador de las operaciones es el riesgo de la conversión entre el peso y el real’, señaló Haddad en la conferencia de prensa”, según la analista.

“Este es un debate que tomó cuerpo días antes que el nuevo gobierno brasileño asumiera el 1º de enero último. Lo que realmente “generó malestar” según los medios del país vecino “fue el debate sobre moneda única”. En cuanto a las aseveraciones de Lula acerca del nuevo papel del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) como financiador del comercio exterior brasileño también tuvieron su peso en la disconformidad de sectores del mundo financiero de ese país”, explica Gosman.

El arbitraje de monedas que trató de implementarse en 2008 no prosperó para dinamizar el comercio bilateral por la brevedad del plazo de cobertura. Ahora este plazo se ampliará a los 366 días, puntualiza .

"El programa se puso en marcha, pero no cumplió el objetivo central porque entendemos que funciona como límite el plazo que hoy tiene el sistema de arbitraje a los 30 días, pero pretendemos, y vamos a recorrer junto al Ministerio de Hacienda de Brasil, poner en marcha, respetando la independencia de los bancos centrales de ambos países, mecanismos más largos de arbitraje, con garantías de ambos Tesoros, que nos permitan mejorar el sistema de comercio bilateral", precisó Sergio Massa ante empresarios argentinos y brasileños. Por otra parte, esta vez el sistema no es voluntario como en la experiencia pasada.

El proyecto de moneda común regional produce reacciones disímiles

Es interesante mencionar las opiniones encontradas en este tema.

En opinión de los analistas del CELAG, Guillermo Oglietti y Mariana Dondo, “el diseño de la moneda común es un elemento indispensable de una nueva arquitectura financiera regional que tiene otros atributos que podrán añadirse paulatinamente”. Si bien “el camino hacia la moneda común no es breve, pero algunos de sus módulos, como el Sistema de Compensación de Pagos, pueden comenzar a funcionar en cuestión de semanas”, puntualizan.

Apostando por una moneda común, los analistas mencionan como base “la utilización de la moneda común como unidad de cuenta y sistema de compensación central de pagos. Es decir, que se utilice para reemplazar el dólar en los intercambios comerciales entre los países miembros. Esto implica que toda operación comercial entre dos países integrantes, se haría utilizando la nueva moneda, y solamente se demandarían dólares para cancelar el saldo resultante tras un período de tiempo establecido”.

En cuanto al mecanismo bilateral habilitado en estos días, catalogado como “moneda unitaria, que no reemplaza a las monedas nacionales”, el trabajo de CELAG explica los cambios favorables que podría generar: “el actual intercambio de mercancías entre Brasil y Argentina fluctúa entre los USD 24 y USD 29 mil millones anuales y el de servicios es de aproximadamente USD 1,2 mil millones. Esta sería la nueva demanda con motivos transaccionales que tendría la nueva moneda regional sólo a consecuencia del comercio entre Argentina y Brasil. El volumen de demanda subiría a más de USD 100 mil millones si adhiriesen otros países de la región.

La demanda de dólares se reduciría a los dólares necesarios para cancelar los saldos deficitarios, es decir, el saldo resultante entre exportaciones e importaciones del comercio bilateral. En un ejemplo concreto, en 2021, las exportaciones de servicios de turismo de Argentina a Brasil fueron de USD 74.3 millones, mientras que se importaron USD 84,1 millones. Entonces, actualmente se demandan 158,4 millones de USD para transacciones de turismo entre ambos países. Esa sería la demanda de la nueva moneda para transacciones, mientras que sólo se requerirán dólares por el saldo de aproximadamente USD 10 millones, equivalente a un 6 % de la demanda actual”, explican los investigadores.

Mientras tanto, desde México y en el marco de la CELAC, Andrés Manuel López Obrador anunció que no se plegaría a la propuesta de moneda común latinoamericana. “Nosotros no estaríamos de acuerdo en eso. Por muchas razones, deberíamos seguir usando el dólar como moneda de intercambio comercial”. La adopción de una moneda común se torna imposible para su administración, en tanto su principal mercado está en Estados Unidos.

Por su parte Nicolás Maduro, por vía digital, adhirió inmediatamente a la propuesta, El presidente Gabriel Boric y Gustavo Petro, ya en agosto, en la reunión bilateral, se mostró “disponible” a abordar la idea de una moneda única para América Latina.

Uno de los detractores, además de Uruguay, sorprendentemente fue el ex presidente Mujica, que ya había aparecido en la asunción de Lula en cercanía con Lacalle Pou.

Por su parte, evidenciando la preocupación por un proyecto que se puede tornar amenazante para Estados Unidos, lo que le da visos de una concreción real, se originaron cuestionamientos especialmente entre ex funcionarios de estado del país del norte, reproducidas por La Nación. “Me sorprende la idea de una moneda común para Brasil y la Argentina. Esto parece muy problemático dadas las diferencias en las economías, las historias de populismo problemático en ambos lugares, la conexión política relativamente delgada entre ellos y los problemas de ambos países con tipos de cambio fijos”, tuiteó Larry Summers, quien fue secretario del Tesoro durante el gobierno de Bill Clinton.

“¿Realmente? Una de las ideas más tontas que jamás he escuchado”, se despachó Mark Sobel, un veterano del Departamento del Tesoro, quien se sentó en la silla de Estados Unidos en el board del Fondo Monetario Internacional (FMI) entre 2015 y 2018, al final de la presidencia de Cristina Kirchner y durante los primeros años del gobierno de Mauricio Macri. Además de otros juicios por el estilo de ex funcionarios del FMI.

Graciela Baquero