Se abrió el debate por "la agenda de una banca de desarrollo"

Expertos de la Argentina y de América Latina coincidieron en la necesidad de pensar una agenda para recrear el crédito productivo a largo plazo, aún en un marco de crisis que -según algunas opiniones- todavía no concluyó.


Convocados por prestigiosas instituciones argentinas y europeas, banqueros y economistas analizaron nuevos instrumentos financieros y fuentes alternativas de fondeo para que las cadenas productivas de la región no queden relegadas en la competencia comercial a nivel mundial.

Como siempre sucede en épocas de crisis, la figura de la banca pública volvió a instalarse en el centro del debate como un instrumento clave para sortear escenarios adversos como el que se planteó en todo el mundo a partir de octubre del año pasado. Sin las espaldas para solventar los millonarios programas de salvataje que se vieron en las economías centrales, la Argentina acusó como nunca el impacto de no contar con una banca de fomento de calibre y vio acentuarse la fuga de capitales que había comenzado meses antes con la pelea del Gobierno con el sector agropecuario, que drenó al país de depósitos a razón de u$s 2.000 millones anuales. Con una industria cayendo, se renovó el interés por construir una banca de desarrollo sólida.

De hecho, la última crisis demostró que el rol de la banca pública hace la diferencia. Joao Carlos Ferraz, del Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES), aportó como prueba los datos de crecimiento del crédito entre setiembre de 2008 hasta agosto de 2009, el período más duro de la debacle mundial. El financiamiento en Brasil creció 15%, motorizado por la suba de 36% de los recursos destinados por la banca pública frente a un 4% de la banca privada. "Este dato sintetiza la importancia de contar con una banca pública en tiempos de crisis", apuntó el ejecutivo. En el mismo sentido, Fabio Rodríguez -director del Banco de la Provincia de Buenos Aires (BAPRO)- se refirió al incremento del 60% del crédito otorgado por los bancos públicos y cooperativos durante la etapa de crisis, en comparación con la suba de 15% que mostraron los bancos extranjeros y del 13% de los privados nacionales. "Si analizamos estrictamente los créditos a empresas, vemos que los bancos públicos presentan un aumento de 61% frente al alza de 17% de los extranjeros y de la suba de 3% de los privados nacionales", agregó.

Ambos banqueros coincidieron en el panel "Financiamiento estratégico y actores financieros de largo plazo", en el marco del Coloquio "Financiamiento y crecimiento: las enseñanzas de la situación latinoamericana", realizado en el Banco de la Nación Argentina y organizado por el Institut des Hautes Etudes de l'Amerique Latine (IHEAL) de la Universidad de París, el Institut CDC pour la Recherche (Francia), y por las instituciones argentinas CEFID-AR y el CEIL-PIETTE del CONICET. Del panel participaron además el economista de la UBA, Aldo Ferrer; el ecuatoriano Pedro Páez (Banco del Sur); y Mauro Alem, presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) argentino.

Fabio Rodríguez enfatizó los avances logrados por la banca pública en los últimos años para recuperar su rol en el financiamiento productivo, si bien reconoció que en Argentina el cortoplacismo sigue siendo un problema y pidió enfocar todos los esfuerzos hacia allí. "Hoy el desafío es el crédito productivo de mediano y largo plazo en moneda local; ahora, frente a la perspectiva de salida de la crisis internacional, los bancos y el mercado de capitales tenemos nuevamente un reto importante en cuanto a apoyar y dinamizar el proceso inversor para reimpulsar el crecimiento económico, golpeado por la crisis internacional, para la cual es necesario pensar la agenda de una banca de inversión", sostuvo.

Fruto del patrón de disrupciones en los regímenes económicos de Argentina que primó desde 1970, el cortoplacismo del sistema financiero argentino se afianzó de la mano del peor de los escenarios: el mix de bajo crecimiento y elevada volatilidad. Según el director de BAPRO, la alternativa de buscar "atajos" para sortear este contexto y lograr una mayor profundidad financiera predominó hasta la década pasada, al precio de adentrarse en un camino tan rápido como riesgoso, y algunos ejemplos fueron la experiencia de liberalización financiera del segundo lustro de la década del 70 y la convertibilidad. A ellos se llegaba después de procesos de apertura acelerada de la cuenta corriente y de la cuenta capital, endeudamiento externo, alto apalancamiento, dolarización de contratos y de la economía, y condiciones de fragilidad económica que conducían inevitablemente a los conocidos estallidos.

"Sin embargo, desde 2003 estamos en un segundo camino para la búsqueda de profundidad financiera, mucho más gradual, basado en condiciones macro sustentables", señaló Rodríguez. Rasgos de esta táctica son la apertura paulatina de los mercados financieros con su integración a los mercados internacionales insertados en indicadores macroeconómicos robustos y consistentes. "Ahora estamos en un sendero de crecimiento económico y hemos logrado salir del patrón de bajísimo crecimiento con la más alta volatilidad, invirtiendo y desendeudándonos con ahorro interno", aseguró. Otras condiciones claves que mencionó el banquero son la buena posición de reservas para la defensa de la política cambiaria, el tipo de cambio flotante, un marco monetario con equilibrio entre oferta y demanda en el mercado de pesos, y un marco de regulación y supervisión enfocado a la estabilidad financiera.

Como muestra de la eficacia del camino seguido en este último punto, Rodríguez hizo notar que los últimos tres episodios de crisis internacional que golpearon al mercado local dejaron intacto al sistema bancario, "algo que no había sucedido antes". Pero a pesar de que esta robustez sin precedentes del sistema bancario es prueba de las mejoras en materia de regulaciones y controles, también están indicando la escasa presencia de la banca local en el crédito a mediano y largo plazo. Entre los aspectos positivos, el director de BAPRO recalcó que aproximadamente el 80% de la intermediación en la actualidad se realiza en pesos en tanto en dólares las captaciones superan las aplicaciones, al tiempo que se observa un desplazamiento del crédito del sector privado al público "con prácticamente un 15% menos de exposición al sector público".

En contraposición, la reconstrucción de la participación del crédito en el PBI que se encaró desde fines de 2002 sigue siendo modesta, habiendo aumentado menos de 5 puntos desde ese año, por lo que sigue siendo una cuenta pendiente. También lo es avanzar en la calidad de los préstamos. "Todavía encontramos que el crédito productivo significa menos de la mitad de la participación de los préstamos en el PBI, repartiéndose el resto entre créditos al consumo, prendas e hipotecas", precisó. Cabe destacar que sobre un ratio de 13% sólo 6 puntos están encaminados al crédito productivo y, hasta ahora, a pesar de la inversión y el desendeudamiento que se llevó a cabo, "no hemos logrado que gran parte de estos recursos se intermedie", admitió el directivo de BAPRO, falencia que se replica en el mercado de capitales. "Por eso, en el actual modelo, es fundamental mirar cuál es la composición actual del crédito y cuáles son los sectores productivos que lo están recibiendo", apuntó.

La configuración cortoplacista que todavía persiste en el sistema financiero argentino también se traduce en la estructura de fondeo y en las aplicaciones. Un ejemplo claro es el corto plazo al que se pacta la mayoría de los depósitos, a menos de un mes en el 83% de los casos, con gran exceso de saldos transaccionales a la vista, lo que claramente restringe la capacidad de crédito de las entidades. "Cuando se escuchan quejas porque el sistema bancario no puede atender la demanda de crédito a mediano o largo plazo se debe a esto, y el resultado es que hoy el 30% de los créditos se dan a menos de un mes, con un 63% otorgado a menos de un año", sostuvo.

Al mismo tiempo, en Argentina subyacen los resabios de un pasado de volatilidad que llevó a reiterados procesos de stop and go. "El impacto que tuvo la última crisis internacional en nuestro mercado nos demostró que todavía tenemos un problema de volatilidad, ya que llegamos a perder 11% de los depósitos en un mes, lo que lógicamente también perjudica la colocación de crédito -explicó Rodríguez- Este aspecto también plantea una contracara, que es la elevada susceptibilidad financiera y la tendencia a la dolarización de la sociedad argentina". El principal reflejo de la última crisis internacional -si bien para muchos economistas en Argentina comenzó antes, con la crisis interna por la pelea del Gobierno con el campo- fue el proceso de fuga de capitales que persistió durante casi dos años, a razón de u$s 2.000 millones anuales, que sólo se pudo frenar en el último trimestre.

Rodríguez hizo un aparte para profundizar en el rol que jugó la banca pública desde 2003 y destacó que, si bien también reflejó las restricciones generales del mercado de financiamiento, mostró síntomas claros de avances, como el ya mencionado incremento de 60% del crédito otorgado por los bancos públicos y cooperativos durante los peores meses de la crisis. En el caso específico de BAPRO, las colocaciones de la banca pública a empresas Pymes mostraron un aumento de los créditos de un 30% frente a una caída de los bancos privados del 7%. Estas brechas, agregó Rodríguez, también se da en los plazos. "En este segundo semestre la banca pública alcanzó un promedio en colocaciones de 3,5 años, que coincide con el nivel que había logrado la banca privada en el mejor momento de ese segmento, el primer semestre de 2007", indicó.

El directivo de BAPRO recomendó como curso de acción para avanzar en la profundidad financiera insistir en una mayor coordinación macro entre las políticas fiscal, monetaria y cambiaria, esta última relacionada con un patrón de contratación en moneda local, una debilidad que todavía persiste en Argentina. "Este es un tema de toda la sociedad porque la susceptibilidad financiera y el apego a la dolarización es un problema que debemos desterrar entre todos", opinó. Otras consignas son seguir buscando mecanismos de cobertura de los riesgos, profundizar las políticas activas que permitan la cobertura de tasas de interés, mejorar y buscar el volumen en el Sistema de Garantías Recíprocas (SGRs). "Pero fundamentalmente, hay que pensar la agenda de una banca de desarrollo unificando las iniciativas que existen en el país en un único sistema nacional integrado", aclaró. En este punto recomendó optimizar el rol que cada entidad bancaria cumplirá para cubrir los diferentes segmentos en base a las fortalezas de cada banco. "Es necesario pensar cómo organizar esta matriz de cara al desafío de recrear el crédito a mediano y largo plazo en moneda local", finalizó Fabio Rodríguez.


La banca de fomento

A partir de su experiencia argentina en el ex BANADE (Banco Nacional de Desarrollo) y otras iniciativas para fomentar la banca de desarrollo, el economista Aldo Ferrer fue enfático al señalar que un proyecto de este calibre sólo tiene sentido cuando existe detrás un Estado enfocado al desarrollo, con una estrategia nacional encaminada. Esta simple definición explica, a la luz de los hechos, los reiterados fracasos de los intentos de la Argentina para contar con fondeo para sus sectores productivos. En cambio, aunque arrastra una historia similar de dictaduras militares y procesos inflacionarios, Brasil ha logrado iniciar ese camino, desarrollando estrategias de estado en materia de petróleo, tecnología aérea y otros tantos campos estratégicos para el crecimiento, condiciones que consiguió hacer trascender a los distintos gobiernos. Sin embargo, Ferrer aclaró que aunque su éxito sea indiscutible, el BNDES no es un ejemplo a copiar para la Argentina porque el mundo de hoy requiere otros tiempos. "El BNDES es fruto de muchos años de trabajo y desarrollar algo así en Argentina llevaría muchos años, por lo que hay que buscar otras formas", insistió. El economista se refiere a que Argentina debe pensar en la función de una banca de desarrollo que pueda ser cumplida por un conjunto de entidades públicas y privadas, más que en un único banco que concentre esta misión. "Argentina podría fortalecer algunas entidades públicas ya existentes y dotarlas de fondeo y de los instrumentos necesarios, todas ellas actuando bajo un conjunto de reglas", detalló. Incluso, con el tiempo también los bancos privados nacionales y extranjeros podrían sumarse a esa red que actuaría bajo la coordinación de un banco creado para el fomento de la producción, como es el BICE.

"Recién cuando se cuente con un Estado desarrollista y con una visión de banca de desarrollo, ésta última tendrá sentido porque ella implica una transformación para integrar las cadenas de valor y generar ese vínculo necesario entre el Estado desarrollista, el sector privado y la ciencia y tecnología, por supuesto, también con una estrategia frente a la inversión extranjera", resumió Ferrer. En cambio, la apertura indiscriminada a los capitales foráneos que se llevó a cabo en Argentina condujo al país a un lugar muy distinto al alcanzado por su socio comercial, dando como resultado una matriz productiva con amplios espacios ocupados por empresas del exterior, modelo que se ubica en las antípodas del modelo asiático, el cual concibe la participación de capitales extranjeros pero encuadrados en una estrategia nacional. Esta focalización al financiamiento extranjero como recurso fundamental de acumulación fue, indicó el experto, lo que llevó a extranjerizar el aparato económico argentino. "El resultado fue que de las mayores 500 empresas del país, más de 300 son filiales y generan el 85% del valor agregado -definió Ferrer- Por eso tenemos que resolver si volvemos a los mercados mundiales insistiendo en ese estilo de organizarnos financieramente en base a los criterios dominantes de países centrales, o si en cambio consolidamos el ahorro interno como fuente fundamental del fondeo, siendo el mercado externo un complemento".

Aldo Ferrer recordó el desaparecido BANADE, creado en 1974 y disuelto en 2005, como "un gran proyecto" cuyo final atribuyó a la falta de un Estado desarrollista. "Solamente cuando contemos con un Estado de estas características y con una estrategia de fomento, habrá que analizar cómo resolver el problema del cortoplacismo para contar con fondeo de largo plazo, y cómo dar solución a otras cuestiones tales como la moneda en la que se va a prestar, cuál será la tasa de rendimiento para evitar la indexación de las operaciones, y cómo evitar la incorporación de la prima de riesgo en las tasas, porque ello hace inaccesible al crédito", enumeró.

El economista consideró que un punto a favor que tiene Argentina para desarrollar la banca de fomento es el hecho de contar con los fondos del sistema jubilatorio, recientemente nacionalizado por decisión del gobierno de Cristina Kirchner. Según Ferrer, la disponibilidad de estos recursos -muy cuestionada por diversos sectores debido a la utilización en parte de los ahorros jubilatorios para salvatajes a empresas y para crédito al consumo- confiere una base de recursos importantes que debe servir para la movilización del ahorro interno, "aplicándolos a su vez de manera redituable para que permita sostener al sistema previsional respecto a sus compromisos futuros". Ferrer opinó que estos fondos han significado un aporte importante y defendió la nacionalización de los aportes previsionales al recordar que "gran parte del ahorro interno de los países pasan por el sistema jubilatorio".

Sin duda el BICE, entidad que hace pocos meses conduce Mauro Alem, parece el indicado para liderar y coordinar el resurgimiento de la banca de fomento en Argentina aunque arrastre todavía algunas limitaciones desde su misma concepción. "El BICE nació con una estructura para ser privatizado, fue constituido como una sociedad anónima y con un perfil de banco de segundo grado también orientado al fomento del mercado de capitales, que no le permitía realizar operaciones directas", recordó Alem. Recién en 2003 se tomó la decisión de convertirlo en un banco de primer piso para efectuar operaciones directas con empresas y "enfocándose a Pymes bajo un estricto modelo de análisis de riesgo de largo plazo que permite que hoy el BICE tenga un nivel de morosidad que no alcanza a 1%, situándose en uno de los mejores ratios del mercado", subrayó.

El titular de BICE adelantó que entre los próximos pasos de la entidad se cuenta la consolidación de la transparencia de las operaciones para que sea de público conocimiento la nómina de empresas que reciben créditos, "con lo cual no tendría sentido aplicar la ley financiera que impide saber a ciencia cierta a donde van los recursos, y en ese sentido estamos trabajando", enfatizó. Por otra parte, se analizan nuevos instrumentos de financiamiento para posibilitar a los bancos del interior que destinen sus fondos a emprendimientos y economías locales para dar fin a esa suerte de "fuga de capitales" de los pueblos del interior a la Capital Federal. "No estamos hablando de derivados y otros complejos instrumentos financieros, sino de apalancar los recursos limitados de un banco del interior y apalancarlos con los recursos locales", aclaró.

En la misma línea, Alem dijo que el BICE está trabajando para equiparar las condiciones de compra financiada de maquinaria importada que se están ofreciendo en países vecinos, utilizando esquemas de co-financiamiento que rigen en otras partes, y agregó que se analiza cómo recuperar el esquema de seguro de exportación que desde 2007 dejó de funcionar, a través de una ley que se encuentra en el Congreso Nacional.
SM